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Los títulos de las carreras virtuales tendrán poco prestigio y escaso valor en el futuro

Autor: Lic. Mariano Procopio - 13/08/2023 - 978 lecturas.


Tuve la suerte de estudiar en un momento histórico en el cual la educación universitaria era cien por ciento presencial. En esos tiempos que a base de luchas recuperamos la democracia el absurdo yacía socavado por la irrupción de la razón.

 

Hoy vivimos en lo que podríamos denominar, la década absurda, o la década ilógica, o la década incoherente, o la década irracional o la década paradójica, o la década neurótica y hasta podríamos atribuirle otras denominaciones que también podrían describir este aburrido presente que le estamos legando a nuestros hijos.

 

El devenir de la historia nos enseño que el absurdo se puede normalizar durante un período, pero ante su escasa capacidad de convencimiento con el tiempo se termina imponiendo la sensatez.

 

La razón es más fuerte.

 

Es altamente probable que los títulos de las carreras virtuales tengan poco prestigio y escaso valor en el futuro.

 

¿Realmente crees que la titulación de un profesor de natación que cursó virtualmente, el de un profesor de Educación Física, el de un Director Técnico de Fútbol, el de un mecánico, el de un dentista o médico tendrán el mismo valor dentro de unos años cuando este tiempo absurdo en el que estamos siendo dirigidos por un pequeño grupo de neuróticos, sea devorado por la racionalidad?

 

Al final de los títulos de mi CV siempre aclaro “Modalidad Presencial”, no sea cosa que alguien piense que me saqué un título fácilmente, escondido detrás de una pantalla con la cámara apagada mientras realizaba algún que otro menester y luego de escribir 4 líneas en un foro online.

Después de un fugaz paso dictando clases virtuales abandoné dicha labor y juré nunca más enseñar en esa modalidad, si es que podemos llamar “enseñar” a dictar clases virtualmente. Los alumnos no encendían la cámara y es lógico, cuentan con ese absurdo derecho. Era dificultoso identificarlos a través de la voz, no podía trabajar en grupos interactivamente con la misma fluidez que lo hacía antes de la irrupción de este modalidad ilógica, ni hacer debates, ni mirarlos a los ojos, el retraso en la transmisión impedía la soltura dialéctica y transformaba la comunicación en una suerte de sesión parlamentaria en donde los oradores hablan por turnos.

Muchos años nos costó concientizarnos que se enseña y se aprende con empatía, bastantes más tiempo nos llevó convencer que la motivación vence la inercia para darle impulso al proceso de enseñanza aprendizaje. Lamentablemente bastaron 2 años de pandemia para que toda esa pedagogía moderna quedara sepultada por la impersonalización y el individualismo que caracteriza el absurdo de esta década insoportable.

Es comprensible para quien cree que el profesor es una especie de monologuista que subido a una tarima se dedica a dar cátedra pueda ser perfectamente reemplazado por una computadora que trasmita un clase monologada a través de un video. Sin embargo algunos docentes vemos ese avance tecnológico como un retroceso pedagógico impulsado por un neoliberalismo despiadado que solo se interesa por facturar con el menor costo posible.

Yo considero que un buen profesor es aquel que erotiza a sus alumnos de tal forma, que logra excitarlos a tal nivel que terminan amando a su materia.

La cuestión no es llevar monologuista a la casa de los alumnos sino llevar a los alumnos a la facultad donde los puedan excitar los motivadores pedagógicos.

Muchas personas saben y algunas saben mucho, pero de esas eminencias, pocos saben enseñar y muy pocos motivar. Un erudito puede convertirse fácilmente en un catedrático monologista pero tal vez nunca logre ser un gran profesor

¿Qué sentido tiene que hayamos estudiado tantos años de pedagogía para transmitir conocimientos y experiencias en los procesos de enseñanza aprendizaje si luego le vamos a poner videos a los alumnos que estudian carreras a distancia?

En esta década absurda muchos cuerpos ausentes se conectan a la clase virtual con el micrófono silenciado, escriben 4 mensajes en el foro “virtual”, hacen un trabajo práctico copiando y pegando ayudados por el Chat Gpt y obtienen el título. ¿Quién nos garantiza que ese alumno era quien estaba detrás de esa cámara si estaba oculto? ¿Y si quien estaba detrás de la cámara no era quien simulaba ser? ¿Será un buen negocio para alguien que se dedique a hacerles las carreras virtuales a quienes cuentan con el dinero para contratar dichos servicios? Seguramente puede ser un gran negocio. Lógicamente después de la política.

¿Te atenderías con un médico que estudió medicina virtualmente durante sus noches de insomio a las 3 de la madrugada escondido detrás de esa fría pantalla? ¿Le entregarías tu auto a quien se recibió de mecánico en esa misma modalidad? ¿Te atreverías a realizarte un tratamiento de conducto si supieras que ese profesional estudió odontología a distancia?

Nunca fue tan fácil obtener un título como hoy en día, “estudiando” virtualmente. ¿Crees que ese titulo tendrá el mismo valor que un título presencial? Tampoco han descubierto la pólvora, la Educación a Distancia lleva décadas dictándose y nunca tuvo el mismo reconocimiento que las carreras presenciales, siempre fue infravalorada. ¿Por qué piensas que no ocurrirá lo mismo con la educación virtual en el futuro?

Si bien es una buena oportunidad para que estudien aquellas personas que viven en zonas alejadas y tengan la oportunidad de graduarse en universidades virtuales no por ello esas titulaciones tendrán el mismo prestigio y valor que las carreras presenciales.

No estoy diciendo que no deberían existir esta modalidad de estudio, que tan importante es para quienes viven alejados de las universidades presenciales. Sólo estoy diciendo que tendrán poco valor y escaso prestigio en un futuro. Según mi opinión serán estigmatizados como “la generación que se recibió en forma virtual”.

Los responsables por supuesto que no son los estudiantes, sino los directores de las universidades que seducidos por los bajos costes impulsan este tipo de modalidad, muchas veces sabiendo las falencias de este modelo y escudándose en los beneficios que les otorga la normalización de un época reinada por el absurdo con el que vengo desproticando desde el inicio del texto.

Sin embargo muchos directores no tienen en cuenta que para una universidad extranjera desembargar físicamente en el país no es sencillo pero ofrecer carreras a distancia con títulos extranjeros es bastante simple. ¿Quién no quisiera tener un título de una universidad líder extranjera sin salir de su pueblo natal? ¿Se imaginan a todo un imperio educando al mundo imponiendo sus intereses y quedándose con los alumnos que hoy en día estudian en nuestras universidades nacionales.

¿Acaso no se ha quedado Netflix con los clientes de los videoclubs? ¿Spotify no se ha quedado con oyentes de música? ¿Amazon con la clientes de pequeños comercios?

La ideología de la individualización nos ha llevado a separarnos unos de otros. El caos une los cuerpos y el orden los separa. Este orden post moderno dónde todo está clasificado nos aleja unos de otros. Las redes antisociales hacen que nos contactemos sin reunirnos, el teléfono al cual estamos encadenados nos convierte en zombies deambulantes abstraídos de la realidad. Y la educación virtual impide que nos miremos, nos contactemos, hagamos amigos, organicemos reuniones. Que más quiere un sistema que sabe que el desempleo será el gran protagonista de esta década absurda que separar los cuerpos para impedir revueltas, huelgas y posibles revoluciones. ¿O acaso las universidades no han sido el foco de tantas revueltas? ¿Será la educación virtual una forma de impedir un nuevo Mayo Francés que destrone el absurdo a través de la razón como ya ha sucedido tantas veces en la historia?

¿Se avecinará una pandemia de angustia y depresión sobre una generación que trabaja online, estudia virtualmente y hasta juguetea con el cyber sexo escondida entre 4 paredes en la más absoluta y angustiante soledad? ¿Cuánta soledad podrá soportar esta juventud que le tocó vivir esta década empecinada en coquetear con el absurdo? Los psicólogos y psiquiatras ya están alertando de las consecuencias que puede generar este tipo de relaciones.

Vivimos un momento tan paradójico que consiente que hasta las carreras que promueven la salud y que sus catedráticos advierten de los peligros que ocasionará la soledad y el individualismo promueven este modelo de educación virtual que somete a un estudiante a cursar y a estudiar en forma totalmente impersonal e individual.

Hoy las empresas que luego de la pandemia enviaron a sus empleados a trabajar desde sus respectivas casas en forma virtual, los están obligando a volver a las oficinas porque detectaron que se tornaron muy improductivos. Lo mismo ocurrirá con la educación y cuando eso suceda aquellas facultades que hayan apostado todo a la educación virtual no estarán preparadas ni logísticamente ni pedagógicamente para ofrecer carreras presenciales.

Aristóteles decía que el hombre es un animal social por naturaleza. La facultad no es sólo una institución donde aprendemos saberes específicos, también es un espacio de cooperación, de socialización, dónde hacemos amigos para toda la vida, un espacio de reflexión, un espacio de seducción, de romanticismo donde surge el amor entre estudiantes, entre profesores y en algunas ocasiones entre alumnos y profesores aunque esa minoría de neo puritanos neuróticos que hoy crean conciencia a través de los medios se esmeren en que este tipo de relaciones sean mal vistas. La universidad siempre ha sido un espacio político donde se debatían ideas y propuestas y eso es justamente lo que quieren impedir. El pasado les ha enseñado que la universidad es un lugar peligroso, un lugar dónde se piensa, un lugar que puede derribar los pilares del orden establecido de las cosas. La educación virtual es netamente ideológica.

Fuente: PortalFitness
http://www.portalfitness.com



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