La patología coronaria constituye la primera causa de muerte. Algunos
datos nos indican que en EEUU se produce una muerte súbita por minuto
y que en 9 de cada 10 casos se trata de personas que padecen
cardiopatías isquémicas. En nuestro país, se produce una muerte cada 5
minutos por alguna enfermedad cardiovascular. Estos datos nos están
aconsejando, no solo una buena atención de las personas con patología
cardiovascular, sino también una atención preventiva de aquellos con
predisposición previa, debido a la presencia de factores de riesgo.
Entre los más comunes podemos mencionar la obesidad, la
hipercolesterolemia (aumento del nivel de colesterol sanguíneo por
sobre los valores recomendables), la hipertensión arterial, factores
psíquicos, edad, sexo, sedentarismo, herencia tabaquismo, estrés.
Este último es una constante en el 95 % de los casos. Nuestra tarea
habitual, tiende a disminuir la incidencia e importancia de los
factores de riesgo presentes, como así también a mejorar el
rendimiento cardiovascular y del aparato locomotor en general.
El programa de rehabilitación cardiovascular cuenta con un equipo
multidisciplinario de salud, formado por un cardiólogo, un
kinesiólogo y profesional de la actividad física, una
nutricionista-dietista y una asistente técnica.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) la rehabilitación
cardíaca es el conjunto de actividades necesarias para asegurar a
los cardiópatas una condición
física, mental y social óptima que les permita ocupar por sus
propios medios un lugar tan normal como sea posible dentro del marco
social.
Aspecto Físico
Al paciente se le realiza una ergometría previa (en treadmill o
bicicleta ergométrica) al ingresar al programa de actividades
físicas. El reconocimiento de la capacidad máxima, tanto en jóvenes
como en personas de mediana edad, resulta útil tanto para la
prescripción de una actividad deportiva con el fin de readquirir y
mantener el estado físico como para la rehabilitación en pacientes
coronarios. La prueba de esfuerzo graduado o ergometría (PEG) nos da
3 valores determinantes para el posterior establecimiento de
protocolos o programas de entrenamiento. Estos datos son:
. frecuencia cardiaca máxima durante el esfuerzo
. presión arterial máxima durante el esfuerzo
. alteraciones electrocardiográficas durante el esfuerzo
El programa consiste en realizar actividades tales que el individuo
logre alcanzar el 70-85 % de los valores obtenidos en la PEG, pero
teniendo en cuenta la no aparición de signos o síntomas de
sufrimiento cardíaco, ni alteraciones electrocardiográficas durante
el ejercicio. En caso de producirse esto último, se deberá disminuir
la carga de trabajo hasta lograr la desaparición de las mismas.
Cada individuo realiza dos sesiones semanales de 60 minutos cada
una, las que se complementan con un programa de actividades diarias
domiciliarias. Como conducta inicial de las sesiones controladas se
mide la presión arterial y la frecuencia cardíaca en reposo de cada
uno de los individuos. En los primeros 30 minutos de trabajo se
realizan ejercicios programados, respetando posiciones
prestablecidas, teniendo en cuenta ir de lo poco a lo mucho, de lo
fácil a lo difícil y de lo simple a lo complejo.
Esta primera parte de la sesión se divide en 5 bloques de
actividades de 5 minutos cada uno, con 1 minuto de pausa
recuperadora entre cada etapa. Las posiciones básicas progresivas
son el decúbito dorsal, ventral, sentado, cuadrupedia, parado,
marcha y trote. Respetando la misma organización, realizamos
trabajos con pelota de goma en las diferentes posturas antes
mencionadas. Cabe aclarar que la variedad de elementos utilizados es
tan amplia como sea la creatividad de cada profesor, recomendando
especialmente el uso de theraband.
La segunda parte de la sesión también se desarrolla en 5 bloques,
pero aquí el trabajo se realiza con pedaleo en bicicleta
ergométrica. En cada etapa de trabajo se van incrementando las
cargas en forma progresiva según los datos de rendimiento obtenidos
previamente en la PEG (cargas medidas en kilogrametros). Sobre los
últimos 15 segundos de cada bloque se evalúa la frecuencia cardíaca
para poder determinar la posibilidad o no de continuar aumentando la
carga hasta el 85% de la máxima capacidad. Además, en el último
minuto de la cuarta etapa se toma la tensión arterial, lo que nos
permite tener el valor diario de confrontación con los valores
máximos obtenidos al inicio del programa de rehabilitación.
Es importante hacer notar que durante los 30 minutos de pedaleo, la
persona se encuentra conectada, mediante electrodos a un monitor que
registra en forma permanente la actividad eléctrica del miocardio
durante el ejercicio. Es este otro dato importante para detectar
cualquier anormalidad funcional y poder corregir o modificar el
protocolo de entrenamiento.
La quinta y última etapa del pedaleo se realiza con cargas mínimas,
entendiendo por estas a aquellas cargas con las que se inicio el
esfuerzo. El objetivo es que al finalizar este bloque el paciente
retorne a los valores de presión arterial y frecuencia cardíaca que
tenía al iniciar la sesión. Si esto no ocurriese, apelamos a alguna
técnica de relajación durante 5 minutos.
Como se puede interpretar de lo antedicho, se utiliza un sistema de
entrenamiento de intervalos o interval training. Este tipo de
sistema de trabajo esta determinado por una sucesión de esfuerzos
submaximales con pausa incompleta de recuperación. Los procesos
funcionales de este sistema ocurren durante la pausa. El esfuerzo o
carga constituyen, por lo tanto, únicamente una preparación del
organismo que provoca, a partir de la finalización de la misma, los
efectos estimulantes desde el punto de vista circulatorio y
respiratorio. Estos beneficios se prolongan aproximadamente hasta el
comienzo del nuevo esfuerzo. Cuando se realiza un esfuerzo físico,
la resistencia periférica impone una traba a la normal circulación
del torrente sanguíneo, provocando un aumento del gasto cardíaco y
como consecuencia una hipertrofia de la masa miocárdica. Pero este
proceso es aun discutido.
Una vez finalizado el ejercicio, la resistencia periférica comienza
a ceder, con lo cual el torrente sanguíneo fluye con mayor libertad.
Unido a esto, la frecuencia cardiaca disminuye, posibilitando una
mayor afluencia de sangre a las cámaras cardíacas. Mediante este
proceso, dicho órgano se adapta con un estiramiento de sus fibras.
El freno circulatorio que ocasiona la resistencia periférica
primaria, constituye el impulso que beneficia el aumento o
dilatación funcional de la silueta cardiaca, repercutiendo en un
aumento del volumen de eyección sistólica.
Reindell y col. han podido comprobar, en bicicleta ergométrica, que
la capacidad de absorción de oxígeno durante los esfuerzos es muy
pequeña, y que desde el comienzo de la pausa y hasta los 30 segundos
se registra un aumento de dicha absorción. Todos estos factores
determinan la elección de este sistema de entrenamiento entre
nuestros pacientes.
Conclusión
Al cabo de algunas semanas de trabajo programado se observan algunos
cambios, como por ejemplo, una mejoría en la capacidad funcional
determinada. Además, se observa una mejor predisposición psicológica
al esfuerzo, que se manifiesta al
mismo tiempo como una mejor respuesta cardiovascular y respiratoria.
Como consecuencia de la mejoría psicomotora, se evidencia una
actitud positiva ante las personas y cosas que rodean al paciente.
Siendo hoy en día, la actividad física un aspecto fundamental en el
programa de rehabilitación cardiovascular, es de importancia
fundamental la elección del sistema de entrenamiento a utilizar,
considerando las características individuales y grupales de los
pacientes a tratar.
Aspecto Mental y Social
Según M. D. López Pérez, el apoyo psicológico no sólo es importante
si lo encara el profesional del área, sino también el propio grupo
de pacientes, que al estar integrado por personas en distintos
estadios evolutivos y con un enfoque diferentes de sus problemas, va
a ayudar a superar las reacciones de ansiedad manifiesta y depresión
reactiva ante la enfermedad. Todo esto va dejando atrás posiciones
negativistas y de hiperprotección, como defensa ante la angustia y
se va adoptando una postura de aceptación de la enfermedad y de
cooperación en el manejo de la misma y en la prevención de los
factores de riesgo.
Debemos cuidar que el programa de clases se desarrolle dentro de una
armoniosa camaradería, y que sea lo suficientemente flexible como
para permitir diferentes actividades que satisfagan las necesidades
y emociones del grupo. Nuestra experiencia, luego de varios años de
trabajo con este tipo de grupos, nos permitió comprobar que la
posibilidad de compartir y dialogar con personas que entre sí
presentan la misma problemática, disminuye los miedos y angustias
ante las patologías cardiovasculares que padecen. Además, el hecho
de poder conocer el cuerpo a través de la actividad física, como así
también el funcionamiento del mismo, les permite desenvolverse con
mayor seguridad y confianza en las actividades de la vida diaria.
Evaluación
Para poder evaluar la condición física, tomamos un grupo de
pacientes con el que trabajamos durante 12 meses. En los primeros 3
meses del programa, anotamos datos referidos al funcionamiento
orgánico-funcional, lo cual repetimos al finalizar el mismo.
Las variables evaluadas fueron:
-
capacidad funcional expresada en METS (1 met equivale a 3,5
ml 02/kg./minuto) obtenida en la
ergometría previa y posterior del programa. Este método permite
además, determinar en forma aproximada el gasto de energía en
relación con las actividades físicas comunes.
presión arterial al inicio de la clase en relación con la
patología que presento cada paciente.
presión arterial máxima obtenida en cada clase y con el
máximo esfuerzo, en relación a la máxima presión obtenida en la
PEG.
Frecuencia máxima obtenida en cada clase y con el máximo
esfuerzo, en relación a la
frecuencia cardiaca máxima obtenida en la PEG.
Material y Métodos
Se estudiaron 40 pacientes con patología cardiovascular, todos ellos
de sexo masculino, cuyas edades oscilaban entre 41 y 77 años. Fueron
agrupados de acuerdo a la patología que presentaban de la siguiente
manera:
Hipertensión arterial 18 casos 45 %
Infarto agudo miocardio 8 casos 20 %
Puente coronario 8 casos 20 %
Stress crónico 6 casos 15 %
El estudio consistió en volcar en planillas individuales los datos
obtenidos en las ergometrías previas, en lo que se refiere a la
capacidad funcional, frecuencia cardiaca máxima (F.C.) y presión
arterial máxima (T.A.) obtenida durante el estudio. También se
registraron, al comienzo de cada clase del programa, (durante 3
meses) la frecuencia cardíaca y la presión arterial. Asimismo se
anotaron F.C. y T.A. máxima de cada clase, las que generalmente se
obtenían en la anteúltima etapa de trabajo, teniendo en cuenta que
utilizábamos entrenamientos de intervalos.
Para la toma de presión arterial utilizamos tensiómetros de pared,
de fácil lectura a distancia. Para el registro de frecuencias
cardíacas se usó un contador digital y el pedaleo se realizó en
cicloergómetro con cargas de 25 y 250 kgm. Los datos obtenidos en la
primera etapa fueron archivados y luego de 12 meses de trabajo
fueron comparados con los obtenidos en ese momento (segunda etapa).
De esta manera se buscó concluir sobre la utilidad o no del
entrenamiento de intervalos en un programa de rehabilitación
cardiovascular.
Resultados
En referencia a la capacidad funcional, expresada en METS y sobre un
total de 40 pacientes, 26 mejoraron su capacidad, en tanto que los
14 restantes respondieron de igual manera que en la ergometría
realizada con 12 meses de antelación. Es decir, que el 65 % de los
pacientes respondieron satisfactoriamente al programa de
rehabilitación cardiovascular con un sistema de entrenamiento de
intervalos.
Por su parte, los hipertensos crónicos y los infartados mejoraron un
12 % su capacidad funcional, observando que los bypaseados y los
que sufren estrés crónico incrementaron la misma en un 35 %. Cabe
acotar la excelente respuesta al esfuerzo y a la actividad física
programada en el grupo de pacientes con puente coronario debido a
los grandes avances producidos en los últimos años en este tipo de
cirugía.
Luego de un año de trabajo, se logro disminuir la presión arterial
inicial (antes de iniciar cada sesión de trabajo) siendo
significativo el descenso entre los hipertensos y bypaseados.
Podemos afirmar que se produjo un descenso global
de la T.A. tanto en sus valores máximos o sistólicos como así
también en los mínimos o diastólicos. Fue objetivo principal de
nuestra tarea lograr disminuir la
presión arterial diastólica, de gran riesgo especialmente dentro de
los hipertensos crónicos. Asimismo, descendió la T.A. máxima de cada
sesión en todos los grupos evaluados. También disminuyó la T.A.
obtenida en las ergometrías, salvo en el grupo de los estresados, en
el que creció un 1,5 %.
La frecuencia cardiaca máxima de cada clase aumento en todos los
grupos de trabajo, como así también la F.C. máxima obtenida en la
ergometría. Puede esto interpretarse como una mejor respuesta
contráctil del miocardio a la actividad física programada. Aunque es
de esperar una disminución de la respuesta taquicárdica al ejercicio
para una carga dada, se pudo observar un aumento de la frecuencia
cardiaca, quizás originada por el incremento paulatino que sufrieron
a lo
largo de 12 meses las cargas de trabajo.
Discusión
Se puede deducir, a través de los resultados obtenidos, la
importancia de la actividad física en los pacientes con patología
cardiovascular. En nuestra experiencia, el sistema de entrenamiento
de intervalos generó una notable mejoría en el rendimiento físico de
los pacientes. No se descarta con esta conclusión la utilización de
otros sistemas de trabajo para poder lograr el mejoramiento del
funcionamiento orgánico-funcional. En definitiva, todo apunta a este
grupo de cardiópatas, buscando lograr su reinserción en la sociedad,
basándose en programas de trabajo que se apoyen en una base
científica sólida.
ICET J. CHEDIEK A-1062
AV. SANTA FE 4559 - BUENOS AIRES - ARGENTINA
TEL / FAX: 4773-1313
info@silviachediek.com -
www.silviachediek.com |