Arq. ALDO BARBIERI
barbier1@satlink.com
Son
muchas las instalaciones deportivas que fueron concebidas para seres
mental y físicamente sanos.
Hablar
de instalaciones deportivas apropiadas es hablar de servicios de
transporte, esperas reparadas, estacionamientos, recorridos peatonales
continuos, sanitarios, accesos a piscinas y espacios deportivos,
confiterías, etc. usables para todos, aun por personas en silla de
ruedas, ciegos o con cualquier dificultad.
La
actividad deportiva
del minusválido, tanto pasiva,
espectador, como activa, participante, presenta entre otros
inconvenientes menores dos grandes y graves problemas:
1.
Problemas derivados de la movilidad.
2.
Inadecuada concepción y realización de las instalaciones deportivas.
La
movilidad, o mejor diremos las dificultades que el minusválido
encuentra para desplazarse, son en gran parte la causa principal de que
el discapacitado se vea obligado a renunciar a participar en muchas
actividades no sólo de recreación de tiempo libre, sino incluso de
actividades profesionales.
La
inadecuada concepción de las instalaciones deportivas es el segundo
gran apartado que hemos considerado como grave problema que se presenta
ante el minusválido cuando desea practicar una especialidad deportiva o
cuando quiere acudir, como espectador, a contemplar, en directo, un
acontecimiento deportivo.
Es indudable que el minusválido,
en la actualidad, incluso el parapléjico que como se
sabe está obligado al uso
permanente de silla de ruedas, pueden practicar diversos
deportes.
Desde el punto de vista práctico
hemos de distinguir entre el minusválido como
actuante o deportista
practicante y el minusválido como espectador.
Para ambos, constituyen una
barrera los estacionamientos, accesos, mostradores, etc.
ya enunciados anteriormente
en las instalaciones de transportes.
Cuando es actuante, las
barreras específicas que puede encontrar son las siguientes:
en los vestuarios
falta de dimensiones adecuadas para parapléjicos, pavimentos
deslizantes con
rejillas anchas donde pueden introducirse las ruedas o los bastones,
asientos estrechos
y sin asideros, servicios sanitarios inadecuados por sus
dimensiones o por
sus aparatos, mostradores y taquillas excesivamente altos.
En los accesos
tanto el camino hacia los vestuarios desde el exterior, como desde
éstos a las
canchas y la propia entrada a las mismas, por su poca anchura como por
sus fuertes
desniveles, suelen constituir un barrera a eliminar.
En las canchas, por
lo general no constituyen, impedimento los distintos suelos
utilizados en las
salas y pabellones cubiertos. Sin embargo son un verdadero
obstáculo
las canchas de tierra compactada y las pistas de ceniza que dificultan
los
giros de las sillas
de ruedas y reducen intensamente la velocidad de éstas.
Cuando
el minusválido es espectador, las barreras específicas que se
encuentra son las siguientes:
En
las graderías constituyen
una barrera las puertas de acceso o molinetes que se instalan para
acceder a las gradas.
Es
también un obstáculo grave los desniveles que se producen en el
itinerario desde la puerta hasta la localidad y que muchas veces son
salvados con uno o dos peldaños que constituyen un auténtico peligro y
un agudo riesgo en los casos de evacuación de emergencia, incluso para
personas válidas.
También
hemos de tener en cuenta otras instalaciones al aire libre destinadas a
la ocupación del tiempo libre, diversión y ocio, o al esparcimiento
cultural, tales como parques de atracciones, zoológicos, playas y
puertos deportivos, teatros y cines de verano, etc., que por su carácter
público y al aire libre podemos considerar como conjuntos o elementos
urbanos y que deben, asimismo, estar libres de barreras y ser accesibles
en todo o en parte a cualquier discapacitado.
En el
proyecto y ejecución de nuevos asentamientos urbanos no supone aumento
de costo la realización de los mismos sin barreras arquitectónicas, ya
que se ha podido comprobar en el análisis anterior, que todos ellos son
perfectamente eliminables simplemente teniendo en cuenta pequeños
detalles que ahora, con más precisión, vamos a comentar y que, muchas
veces, depende sólo de la atención y sensibilidad del proyectista.
Cada
uno de los problemas apuntados tiene sus soluciones que, naturalmente,
dejamos a la iniciativa del proyectista, llamando la atención sobre las
soluciones más elementales.
Pudiera
pensarse, por lo expuesto en el análisis que hemos efectuado, que
nuestra preocupación es exclusiva hacia los minusválidos físicos y
personas con movilidad reducida. Pero no se nos escapa que también por
las calles deambulan, acuden a espectáculos deportivos o participan en
ellos y naturalmente viajan, los minusválidos sensoriales; ciegos y
sordos y los psíquicos o mentales y si bien para los sordos las
barreras físicas no constituyen de hecho inconveniente para su
desplazamiento, existe la incomunicación, que es una barrera que puede
paliarse mediante una buena señalización, destellos luminosos, paneles
electrónicos, etc. que faciliten su integración, como la de los ciegos
mediante señales auditivas, para que aquellos y éstos puedan captar y
percatarse de la existencia de posibles peligros, pasos peatonales, etc.
Una buena información es necesaria en los aeropuertos, estaciones de
ferrocarril y autobuses. Ambas cosas son, por lo demás, de utilidad
para los visitantes y en general para cualquier persona que no conozca
con detalle el medio urbano por el que deambula.