LA
NATURALEZA HUMANA
- Lic. Pablo A.
Waichman
- Buenos Aires, República Argentina
-
E
Mail: pablowaichman@arnet.com.ar
-
Lic. Pablo A. Waichman
-
-
Agosto 1 al 7 de 1993 - Maracaibo, Venezuela.
Página 2 de 2
Hemos señalado con insistencia al humano. Quizá sea el momento de
caracterizar su esencia, aquello que lo diferencia de lo no humano.
La
diferencia específica entre el hombre y el animal consiste en la
naturaleza intrínseca de cada uno. El animal "está" en la naturaleza, su
integración es pasiva, es solamente una forma de esa naturaleza. Y aún en
aquellos que la modifican (por ejemplo, los castores) su acción es
simplemente filogenética, instintiva, implica sólo un modo de
supervivencia.
Cuando el hominideo adquiere la posición erecta; cuando mano, cerebro y
lenguaje conjugados originan el pensamiento, el hombre comienza a ser tal:
comienza a apropiarse de la naturaleza. Así, esa actividad fuera de sí
mismo implicando intencionalidad y razón modifica la naturaleza y su
propia naturaleza: esa es su historia. Y sólo el hombre tiene historia.
La
naturaleza humana no es algo definitivo y acabado sino que es una
historia. Es una naturaleza que va siendo, que se va desarrollando.
Y
aquí el rol de la educación es primordial. Algunos educadores suelen
suponer que su tarea consiste en "llenar" esa humanidad como si la
naturaleza del humano fuese un principio formal, cerrado, inmutable,
ahistórico. Afirman que deben generar conocimientos, técnicas, destrezas;
y a esas habilidades la llaman "libertad", "libre elección". De este modo,
lamentablemente, repiten formas humanas que cada vez se alejan más de la
verdadera libertad, de su ser libre.
Aquellos que se abocan al campo de la educación (y en particular a la
educación para el tiempo libre) deberán comprender que la naturaleza
humana es producto de la conjunción dialéctica de la evolución biológica y
de los cambios históricos; su construirse es una autoconstrucción. Por lo
tanto, su rol deberá consistir en proporcionar el ámbito y las condiciones
para el mejor desarrollo de esa construcción, generar el aprender a
aprender, pasar de la pedagogía de la respuesta a la pedagogía de la
pregunta. Brindar la posibilidad que el otro pueda ser protagonista,
artífice de su propia naturaleza. Proporcionar los instrumentos para
superar la alienación y construir su tiempo libre, su libertad en el
tiempo.
OCIO Y TIEMPO LIBRE I
Entre
los especialistas en estos temas se suele partir de la consideración que
el ocio es la oposición a las obligaciones, en particular las del trabajo.
Y en esta dicotomía que no considera la naturaleza humana y que ratifica
la alienación, el ocio, entendido como las actividades en el presunto
tiempo libre, sale perdidoso. Lo que se ofrece es un tiempo residual,
compensatorio, reequilibrador.
Se
acepta que el trabajo (y las demás obligaciones) es más importante que el
tiempo de no-trabajo denominado tiempo libre. Y es considerado más valioso
independientemente de su carácter y cualquiera sea la relación del hombre
con él. Y entonces podemos interrogarnos: ¿para qué?, ¿cuál es el sentido
del ocio?
El
sociólogo J. Dumazedier, quizá la mayor autoridad en el tema, afirma que
el ocio cumple tres funciones:
- El
descanso: como reposo reparador y como liberacion psicológica de las
obligaciones;
- La
diversión como antítesis de la rutina y la monotonía;
- El
desarrollo (intelectual, artístico y físico): se opone a los estereotipos
y a las limitaciones laborales.
El
mismo autor señala que esas funciones implican una compensación a las
obligaciones cotidianas. En realidad, esas tres funciones sólo neutralizan
las consecuencias no deseadas producidas por el cumplimiento de las
obligaciones. No será quizá que debemos replantearnos esas obligaciones
para que entonces el ocio pueda ser autónomo? El eje del análisis de
Dumazedier pasa por estar obligado o no estarlo; pero, ¿esto es así?
En
principio podemos afirmar que ese espacio temporal, no obligatorio es, más
que tiempo libre, tiempo liberado de obligaciones externas. Y, a menos que
consideremos que la libertad consiste en estar exento de obligaciones, no
estamos en condiciones más que de decir: estoy libre de algo. No deberemos
confundir el estar permitido (loisir) con el estar siendo libre.
Ante
ese tiempo liberado aparece un sinnúmero de ofertas como las de los medios
de comunicación masivos, el periódico, el club, el bar, el cine, etc. El
individuo que se aboca a ellas, lo hace libremente o el nivel de
condicionamiento social se lo exige? O hay una síntesis de ambos? Más aún,
no es factible que, en general, más que protagonista de su decisión de
participar y de la propia participación, sea un espectador de lo que hacen
los otros? Y si esas actividades a las que se adhiere de buen grado, son
importantes, ¿importantes para qué?; ¿importantes para quién?
LIBERTAD O PERMISO?
Al
hablar de tiempo libre estamos haciendo referencia a un valor muy caro a
nuestra sociedad pero no por ello suficientemente discutido, analizado y,
sobre todo, concientemente vivido, como es el tema de la libertad.
Intencionalmente se han dejado de lado sus consideraciones filosóficas en
aras de una conceptualizacion eminentemente operativa.
Se la
suele concebir como un estado por el cual estamos en posibilidad de hacer
(o no hacer). Para algunos, esta sería la denominada libertad contingente
o de indiferencia, solamente. Para otros lo expuesto sería un ejercicio de
la voluntad, no de la libertad.
Frente a lo señalado podemos hacer algunas consideraciones:
* La
libertad no es un estado, no es algo dado por alguien. No es fija e
inmutable. En todo caso, este puede ser el enfoque desde lo legalmente
aceptable. Pero esta concepción de "posibilidad" supone sólo un permiso,
lo que no implica que el poder hacer lo permitido sea igualitario . La
acción permitida, para realizarse, ejecutarse, depende de distintas
variables no siempre comunes: acceso a la cultura, nivel socioeconómico,
edad, sexo, lugar de residencia, etc. Si esto es así podemos acordar en
que la libertad no puede consistir en que alguien o algo nos deje o no nos
obligue.
* Es
un proceso que se genera constantemente y se ejecuta sobre la realidad
(tanto sobre mí mismo como sobre la realidad externa a mí): si el trabajo
tiene como finalidad modificar la naturaleza para ponerla al servicio del
hombre, la libertad tiene como finalidad modificar al propio hombre,
ratificar y perfeccionar la naturaleza humana a través de su acción como
protagonista y no como mero espectador. El desarrollo de la libertad
constituiría el desarrollo de la historicidad.
* Es
un aprendizaje que supone toma de posición: pasar de la conciencia de
reflejo (o falsa conciencia según T. Adorno) a la conciencia crítica (P.
Freire). A continuación de la gnosia, su praxis, su acción concreta y
modificadora de la realidad. Esta praxis puede estar constituida por un
cambio efectivo sobre esa realidad, un cambio de actitud ante ella o un
simple pensamiento.
* Si
bien estamos haciendo referencia a la libertad de cada individuo, tal
libertad supone una relación permanente con los otros que la condicionan
(no que la determinan). Toda libertad es condicionada: el grado en que
superemos o resolvamos esas condiciones y nos hagamos cargo de sus
resultados será nuestra libertad.
* La
libertad se opone a la necesidad. No a aquellas necesidades mínimas,
elementales o de supervivencia comunes a cualquier ser vivo. La resolución
de la necesidad específicamente humana, su anulación, es la libertad. Pero
esas necesidades deben ser autocreadas, propias, legítimas; de lo
contrario estaríamos en territorio de la alienación (por ejemplo, las
necesidades de consumo). El medio en que nos desenvolvemos tiende a
generar falsas necesidades (o cuasinecesidades) de las que deberemos
liberarnos para acceder a la verdadera libertad.
* El
trabajo necesario no es libre. El no-trabajo (tiempo supuestamente libre),
en tanto debe anular los efectos nocivos de su antecesor (cansancio,
aburrimiento), tampoco lo es. El tiempo de libertad será tal cuando no sea
necesario. ¿No deberemos, en
el
futuro, tender a lograr tiempos libres de trabajo y tiempos de trabajo
libre?
* Si
la libertad es un proceso, tiene grados desde lo más libre a lo más
necesario. Podríamos afirmar que la conducta libre se caracterizaría por
el predominio de la obligación interior así como la conducta necesaria por
la obligación exterior. El eje de la libertad, entonces, a diferencia de
lo planteado por Dumazedier, no es que me permitan sino que yo me permita
a partir de mi conciencia crítica.
OCIO Y TIEMPO LIBRE II
Siguiendo a Erich Fromm ("El miedo a la libertad", Buenos Aires, 1961)
debemos señalar que la libertad se desarrolla en tanto exista el par
dialéctico "libertad de" y "libertad para". Esto es, debo estar liberado
de algo para entonces poder liberarme para algo. En su acepción común, la
libertad suele ser concebida, como veíamos, por su aspecto negativo (estar
libre de) más que por su contrapartida afirmativa (liberarme en o para).
Es
entonces que podemos reconocer un continuo desde la necesidad hasta la
"libertad para", pasando por el "estar libre de". Y si es válida esta
afirmación, el hombre no es libre sino que estará siendo más o menos libre
en cada momento de su existencia.
También entonces podemos reconocer un tiempo libre de (las necesidades y
obligaciones de la realidad) y un tiempo libre para (la libertad plena
como ejercicio efectivo sobre la realidad). En su concepción común,
parecería que por tiempo libre se entiende sólo el primero, al que F.
Munné ("Psicosociología del tiempo libre", México, 1985) denomina tiempo
libre bruto, a diferencia del segundo o tiempo libre neto.
Este
tiempo libre bruto tendría como función anular los efectos de las
obligaciones exteriores (heterocondicionamientos) y dejar abierta la
posibilidad de desarrollar necesidades autogeneradas (autocondicionamientos).
Pero este avance en el proceso de continuidad no es automático. Debe ser
desarrollado a través de los agentes sociales como, por ejemplo, los
educadores, los animadores socioculturales, los recreólogos, etc. Claro
que su accionar se vería interferido por las grandes corporaciones
económicas que encontrarían diluidas sus pingues ganancias como
consecuencia de una diferente posición (toma de conciencia) por parte de
los "consumidores". Quizá sea este el desafío. La libertad plena será "un
tiempo de libertad para la libertad" (F. Munné, op. cit.).
Ahora
podremos acordar que el tiempo libre no se opone a las obligaciones,
cualesquiera que fueran. La diferencia es que el eje del análisis ha
pasado de la obligación exterior a la obligación interior, a la necesidad
autocreada. Ya no es válido contraponer tiempo ocupado u obligatorio a
tiempo libre, sino tiempo condicionado exteriormente (necesario) a tiempo
condicionado interiormente (tiempo libre). Por ello, este enfoque legaliza
la existencia de trabajos (obligaciones) libres así como puede demostrar
que tiempos supuestamente libres son sólo compensadores o consumistas.
Entonces, el problema de análisis no es el ocio (la actividad) sino el
tiempo libre (la libertad). El ocio será tiempo libre en tanto predomine
la obligación interior por sobre los condicionamientos exteriores,
neutralizando primero y superando luego la alienación. El proceso para su
logro deberá contener la concientización, la autogestión, el protagonismo
y el compromiso personal y social.
El
deporte para todos, entonces, no consistirá sólo en la posibilidad, en el
permiso para practicarlo; sino además, en la toma de conciencia por parte
de los participantes de su sentido, su significado, los valores inmanentes
al mismo. Esto es, el deporte como ejercicio de la historicidad. Más que
ser sólo una práctica social, será un modelo de vida, un cuerpo de
actitudes de acción cotidiana.
Y
podríamos señalar entonces que, además del deporte como trabajo, como
obligación esencialmente exterior, nos encontramos con un deporte "libre
de", que podemos llamar RECREADOR: aquel que se nos permite. Pero también
aquellos que nos dedicamos a este ámbito podremos ver e intentar generar
un deporte "libre para": un deporte netamente RECREATIVO donde primen los
verdaderos valores: la amistad, el compromiso, la lealtad, la ayuda mutua,
la solidaridad. En síntesis, entendemos la RECREACION más que como una
acción, como un proceso; y, además, un proceso educativo hacia la libertad
concreta y efectiva.
Quizá
sea este el momento en que aquellos preocupados por el destino del hombre
se interroguen acerca de por qué desde niño se enfatiza su formación para
el tiempo de obligaciones exteriores en desmedro de su educación para todo
su tiempo, esencialmente el del ejercicio pleno de su libertad.
Quizá
también sea esta la instancia para que los científicos sociales nos
preguntemos menos por el qué se hace y nos aboquemos más al por qué se
hace qué.
Aquellos que se interroguen, ¿lo harán en su tiempo libre?