La influencia de la metodología aplicada
en la iniciación al minibásquetbol, en la efectividad del jugador. Parte II
Una propuesta pedagógica diferente
en la iniciación al minibásquetbol.
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-
K - Conclusiones y Recomendaciones:
-
K. 1. Conclusiones de la investigación:
Una vez realizado el análisis de los resultados, podemos
concluir planteando los siguientes aspectos:
- A la luz de los resultados obtenidos después de cinco meses de entrenamiento
con las dos metodologías propuestas en este estudio sobre jugadores de baloncesto
en edad de mini - deporte podemos afirmar que las dos tendencias pedagógicas
utilizadas han favorecido la efectividad del lanzamiento en las dos variantes
empleadas.
- Que, a pesar de producirse un aumento de la efectividad evaluada con las
dos técnicas empleadas, es con la pedagogía de tipo constructivista con la
que se obtienen los mayores aumentos en la efectividad.
- Que el aumento promedio de la efectividad con la pedagogía constructivista
es un 40, 96% superior a la que obtuvo el grupo de control que trabajo con
una pedagogía mecanicista y de neto corte asociacionista.
- Que la mayor efectividad registrada en ambos grupos, en los dos tests en
la posición número dos de lanzamiento (ala derecha), podría deberse a una
mayor cantidad de lanzadores diestros en el total de jugadores evaluados (8
zurdos sobre 60 jugadores evaluados).
- Que los índices de aumento de la efectividad son mayores en las pruebas
de lanzamiento estacionario que en las de lanzamiento en movimiento, porque
este conlleva una dificultad técnica mayor al englobar en el test varias técnicas
que el jugador debe poner en práctica (dribbling en velocidad con cambios
de dirección, parada tras carrera en uno o dos tiempos, y el lanzamiento posterior).
- Que los mayores porcentajes de efectividad, en ambos grupos y en las dos
tomas del test, fueron conseguidos en la posición uno, de frente al cesto,
una posición que es normalmente de la mayor promedio de efectividad porque
es indistinta para zurdos y diestros, y porque tiene la ayuda adicional del
rebote franco en el tablero.
- Que la diferencia superior al 100 % que se obtuvo en el post - test en
la efectividad de los lanzamientos en movimiento a favor del grupo experimental,
se funda en que las ejercitaciones que realizó este grupo, influenciadas por
una pedagogía que promueve los aprendizajes contextualizados, tienen una transferencia
mayor a la situación planteada, que la que propone la pedagogía del crecimiento
técnico lineal y las progresiones técnicas, que si bien serán útiles en un
período del entrenamiento, no lo son en la edad de iniciación al baloncesto.
- Es muy importante no caer en la actitud extremista de basar toda nuestra
enseñanza ni en uno u otro método, como si estos fueran una panacea. Evidentemente,
la influencia que reciben los entrenadores de las metodologías técnicas norteamericanas
del nivel superior ha llevado a muchos a pensar que se debía extrapolar esa
experiencia a los chicos en edad de formación en el deporte. De allí que en
muchísimos entrenamientos visitados, el niño repetía hasta el hartazgo un
movimiento técnico (por ejemplo: finta y penetración frente a un cono ¿Quién
no ha realizado este ejercicio como jugador y luego como entrenador?), para
el logro del tan deseado automatismo deportivo, sin importar si se estaba
divirtiendo.
- Lo que han olvidado muchos de los cultores de la metodología norteamericana
del baloncesto, que sabemos que está influenciada por el movimiento de su
psicología conductista, es que en las edades de iniciación, en el baloncesto
de ese país no existen clubes ni escuelitas de baloncesto, sino que el primer
gran aprendizaje se manifiesta en los plays - grounds, jugando, desarrollando
las habilidades del uno contra uno, aprendiendo a resolver problemas
por medio del juego, no aprendiendo técnicas para después poder jugar.
- Que a pesar del alto nivel de estudio terciario y/o universitario de los
entrenadores, es muy pequeña la porción de éstos que ha desarrollado su formación
sobre aspectos que tienen que ver con las ciencias de la educación.
- Que el porcentaje de entrenadores que han podido acceder al título de entrenadores
nacionales y que trabajan en divisiones formativas es muy bajo (sólo 3 de
cada 10 entrenadores han realizado el perfeccionamiento). Esto tiene que ver
con la organización centralizada del acceso a estos cursos con que cuenta
nuestro país, centrándose la posibilidad de realizar los mismos en tres o
cuatro localidades de mayor importancia, sin la existencia de una verdadera
red de perfeccionamiento de los entrenadores implementada ni por el Ministerio
de Educación, ni por las Direcciones de Educación Física Nacional ni provinciales,
ni por las Secretarías de Deporte Nacional y provinciales, ni por la Confederación
Argentina de Básquetbol, ni por las distintas Federaciones Provinciales, ni
por las Asociaciones de Técnicos.
- A raíz de la no existencia de una red de perfeccionamiento destinada a
los entrenadores que viven en los lugares más apartados y que, por lo general,
trabajan con menos recursos, es que priorizan a la hora de acceder a información
específica los sitios Web de baloncesto. Además, a raíz de la realidad económica
y geográfica de nuestro país, son pocos los entrenadores que disponen de los
medios para la asistencia a Clínicas en lugares alejados de sus hogares, por
lo que el perfeccionamiento está siempre al alcance de los mismos: los que
pueden. Poco hacen el Estado, las Federaciones y las Asociaciones de Entrenadores
para permitir el perfeccionamiento de estos entrenadores, que en muchos casos
son los que forman los jugadores que luego son reclutados por los equipos
de Liga. Es esta una deuda pendiente que tienen los distintos estamentos que
rigen el baloncesto para con los que día a día llevan adelante este deporte.
Tal vez, si no se le da una orientación centralizada, esta tendencia pueda
revertirse con la creación de la recientemente anunciada, Escuela Nacional
de Entrenadores.
- Existe, y es muy evidente, en nuestros entrenadores de divisiones formativas,
una gran influencia de la pedagogía norteamericana del entrenamiento deportivo,
basada en una psicología conductista, la cual es aplicada en muchísimos casos,
a nuestros jóvenes. Esto se debe en gran medida, a nuestro entender, a dos
motivos: la falta de formación de nuestros entrenadores en los principios
del constructivismo aplicado a la iniciación deportiva, por un lado y; la
realidad que indica que, en muchos casos, están a cargo de las divisiones
formativas jugadores del equipo mayor que acceden a este trabajo como compensación
por jugar en el primer equipo. En este caso, normalmente, los dirigentes contratan
a un jugador muy hábil con el pensamiento que si sabe jugar va a saber enseñar,
el cual empleará la didáctica de: “enseño como me enseñaron”,
basada en una pedagogía analítica donde la imagen del movimiento y la demostración
técnica exquisita tienen gran importancia antes que el desarrollo del pensamiento
táctico por medio del juego.
- Reiteramos que no debemos caer en un extremismo pedagógico a la hora de
elegir nuestra propuesta didáctica para el diseño del plan de entrenamiento
para las edades de iniciación, pero si tener presente que el mayor porcentaje
del aprendizaje debe estar influenciado por principios constructivistas, y
saber cuándo utilizar los métodos mecaniscistas y analíticos para la corrección
de ciertos gestos técnicos puntuales.
- En consecuencia, Gómez (2) sugiere que, “... la enseñanza de la Educación
Física, en tanto pedagogía de las conductas motrices, debería orientarse en
etapas iniciales del aprendizaje hacia estrategias que consideren el respeto
por el movimiento activo que tiene lugar cuando el sujeto intenta estrategias
de adaptación a una situación material o afectivo social que tensiona y motiva”.
- Esto implica la necesaria sujeción de las prescripciones didácticas de
la disciplina, antes a las significaciones afectivas, intelectuales, socio
- culturales y motrices que caracterizan cada etapa del desarrollo infantil
y juvenil, que a las lógicas traspuestas de otros campos disciplinares (tales
como la psicología evolutiva, la fisiología del ejercicio, la teoría del entrenamiento
deportivo, etc.), transposiciones que terminan convirtiendo a la Educación
Física en la exposición formalizada “didácticamente” de los contenidos de
aquéllas, dando lugar a una práctica descarnada de los sujetos que aprenden,
socialmente enajenada y enajenante.
- Por lo antedicho, tomaremos como propia la propuesta teórica y práctica
del Lic. Gómez (2), que consiste en, “... en el caso de la enseñanza de
las habilidades motoras, en un modelo de estimulación de la motricidad en
la niñez y la juventud, concebido como el sucesivo despliegue de las etapas
inicial, intermedia y final a las formas de motricidad básica, específica
y especializada, lo cual conduce a una sistematización científica de dicho
proceso, respetando a la vez las exigencias sociales de adaptación y producción
y los ritmos propios de cada etapa del desarrollo infantil, restituyendo al
movimiento, su carácter expresivo a la vez que adaptativo”.
- Finalmente, creemos haber demostrado que con una pedagogía del tipo que
propugnan las teorías constructivistas para las edades de iniciación se pueden
obtener, incluso, mejores resultados que con la enseñanza basada en los preceptos
conductivistas, mecaniscistas y asociacionistas del aprendizaje de las técnicas
deportivas. Con los dos sistemas de logran aumentos en los porcentajes de
efectividad pero, con los principios constructivistas el porcentaje de mejora
es muy superior y, de una cosa estamos seguros, los chicos se divierten
muchos más en las prácticas aprendiendo a través de formas jugadas que por
medio de la repetición sistemática y descontextualizada de las técnicas deportivas.
-
K. 2. Recomendaciones a partir de los resultados de la investigación:
Teniendo presente los resultados alcanzados, consideramos
que podemos realizar las siguientes recomendaciones:
- Que basados en los resultados de esta investigación, se produzcan cambios
en la formación y perfeccionamiento de nuestros entrenadores de cantera.
- Los cambios aconsejados son la obligatoriedad de realizar cursos de monitores
y de entrenadores para todos aquellas personas encargadas de las divisiones
formativas de los clubes afiliados a las distintas federaciones provinciales.
- Que las distintas federaciones provinciales proyecten el dictado de clínicas
deportivas en las localidades donde se practica baloncesto a nivel no federado.
- Que dentro del temario de las clínicas de perfeccionamiento que realizan
las distintas Federaciones y Asociaciones de Entrenadores, siempre se incluya
un capítulo dedicado a las divisiones formativas.
- Que dentro de las carreras de Instructor y Entrenador Nacional de Baloncesto
se incluya la materia Pedagogía del Deporte, centrando su análisis sobre las
distintas teorías del aprendizaje aplicadas al deporte.
- Que las distintas federaciones provinciales y asociaciones de entrenadores
elaboren un cuadernillo técnico y/o vídeo, dedicado exclusivamente a las divisiones
formativas, implementando un sistema de capacitación provincial por medio
de clínicas a las que concurran representantes de cada asociación afiliada,
para que luego estos hagan de agentes multiplicadores ante sus colegas de
región.
- Que se jerarquice la función del entrenador de cantera tanto en su aspecto
profesional como económico creando una legislación que obligue a los entrenadores
de estas divisionales a tener títulos intermedios al de entrenador en relación
con las divisiones a las que se desempeñe.
- Facilitar el acceso, por parte de las distintas Federaciones Provinciales
o de la Confederación Nacional, al material que reciben destinado al baloncesto
de base por medio de su publicación en la Web como material de consulta y
actualización rápido y a baja costo para todos los entrenadores del país.
- Propiciar un espacio de consulta e intercambio entre los entrenadores de
divisiones formativas dentro de sus respectivas asociaciones.
- Incentivar, por medio de concursos, la investigación pedagógica y la publicación
de artículos que favorezcan las condiciones de aprendizaje de los jugadores
de baloncesto de divisiones formativas.
-
K. 3. Nueva propuesta pedagógica para la iniciación al baloncesto:
A partir de todo lo expuesto, de los resultados alcanzados
por medio de la investigación realizada a lo largo de seis meses, del análisis
de las 236 encuestas realizadas a los entrenadores, de la experiencia personal
en el entrenamiento de jugadores de divisiones formativas, es que presentaremos
una nueva propuesta pedagógica para la iniciación al baloncesto.
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K. 3. 1. Una visión diferente en las etapas de iniciación en el baloncesto:
Todo
proceso metodológico se asienta sobre una base científica. En primer lugar,
todo acto pedagógico debe partir del conocimiento teórico de las características
del niño a una edad determinada, así como la lógica interna de las situaciones
sociomotrices de colaboración y oposición. En segundo lugar, se deberá plantear
una estructura de progresión de las situaciones de juego, que haga posible la
asimilación de las mismas por parte del niño - jugador.
Para
abordar el desarrollo pedagógico del niño es necesario apoyarse en el conocimiento
que brindan la psicología evolutiva, la psicología educativa, el psicoanálisis,
la pedagogía, la didáctica y la psicología social.
También
se puede observar, en muchos casos, un desconocimiento por parte de los entrenadores
de la etapa de maduración psicomotriz por la que se encuentra en niño, en la
cual debe prevalecer una formación multipropósito, por encima de cualquier especificidad
técnica deportiva.
Nuestra
propuesta para esta etapa de iniciación, la de los 7 – 8 a 10 - 11 años, es
que los chicos desarrollen una actividad multipropósito, la cual enriquezca
su acervo motor, planteándoles experiencias motrices que luego puedan trasladar
al juego, en particular al baloncesto.
Es
por ello que aunque no se encuentra desarrollado en esta investigación (se recomienda
leer el libro “Baloncesto Formativo”, de P.A. Esper Di Cesare –3- ), las actividades
a desarrollar con la iniciación en las escuelas de baloncesto a edades tan tempranas,
nos permitiremos dar algunas reflexiones acerca de la pedagogía y la metodología
a emplear con este grupo de pequeños.
La
tendencia internacional en lo que se refiere a deportes de equipo marca una
tendencia a la iniciación cada vez más temprana de los niños en un deporte en
especial, influidos en gran parte por los medios de comunicación masivos, pero
olvidando en muchos casos, lo contraproducente de la especialización prematura
de los chicos en un deporte en especial.
Se
debe poner énfasis en el lograr una positiva transferencia de las actividades
de iniciación a los deportes de conjunto, para ello se debe considerar a los
deportes colectivos como realidades con similar funcionamiento interno, lo cual
nos conduce a plantear situaciones motrices globales.|/p>
En
la formación del niño, estas situaciones motrices globales, deben ser susceptibles
de aplicarse a cualquier tipo de deporte colectivo, sabiendo que su utilización
directa a uno u otro deporte, se matizará variando simples detalles como el
tamaño y la forma del móvil a manipular, o el objetivo físico a alcanzar: arco,
canasta, zona de marca.
Ante
la multitud de variables que determinan los deportes sociomotores de colaboración
– oposición, tratamos de suscitar situaciones que incidan sobre el mayor número
posible de aspectos concernientes a su estabilidad interna. Obrando de este
modo, nos aseguraremos una iniciación deportiva transferible al conjunto de
estas prácticas ludomotrices.
Esta
transferencia se pretende focalizar sobre dos niveles de actuación:
- Nivel cualitativo:
Tras
identificar la etapa de evolución motriz en la que se halla la persona al iniciarse
en estas actividades sociomotrices, potenciaremos las siguientes incidencias:
·
Situaciones
motrices con estructura de duelo: Serán prácticas en las que sistemáticamente se enfrentarán
intereses opuestos, cada vez con mayor parecido al antagonismo de los deportes
de equipo.
·
Juegos
o situaciones lúdicas motrices: Habida cuenta de la condición lúdica de los deportes
de equipo, de su carácter grupal y de la participación global, integral del
jugador que es protagonista de los mismos, optamos por el uso de los juegos
o formas jugadas como actividades adecuadas para fomentar los mismos hábitos
motores de los deportes de asociación. En este tipo de actividades el sujeto
siempre participa globalmente con toda su personalidad, obligado a solucionar
continuamente problemas inestables, irrepetibles, de la misma manera en que
acontece en este tipo de deportes. Aprovechando el ludismo del deporte, a veces
nos servimos de algún juego popular que disfrute de un funcionamiento sociomotor
parecido al de los deporte de equipo, por ser ejemplos privilegiados de adaptación
motriz.
·
Conductas
motrices mixtas:
Entendidas en cuanto a su incidencia múltiple sobre todos los mecanismos que
intervienen en el acto ludomotor (percepción, decisión, ejecución).
·
Intervenciones
motrices y roles:
Referidas a las requeridas en los deportes colectivos, tanto en defensa como
en ataque, en circunstancias de cooperación como de oposición.
- Nivel cuantitativo:
En
la iniciación deportiva, no es prioritario el trabajo específico de la condición
física de los jóvenes jugadores, ante los aspectos cualitativos diferenciados
anteriormente, sin embargo, si conseguimos privilegiar actividades que además
de una incidencia cualitativa supongan una participación similar a la de los
deportes de equipo desde lo concerniente a la solicitación de las capacidades
físicas condicionales (resistencia, fuerza, velocidad, flexibilidad), conseguiremos
una transferencia más integradora sobre este tipo de deporte.
La
aplicación de esta metodología de iniciación a los deportes de equipo, como
base estructural de programación, y sin obviar las posibles aportaciones positivas
del resto de planteamientos metodológicos tratados, supondría la aceptación
de los siguientes aspectos:
-
La
acción de un jugador en situación sociomotriz no puede hacerse más que por adaptación
a una realidad momentánea del juego. Esa realidad supone que no se ejecutan
unos procedimientos técnicos de forma aislada, sino unas acciones de colaboración
y oposición, en ataque y en defensa.
-
Debemos
confiar en la existencia de transferencia entre situaciones motrices semejantes
lo cual revierte en un beneficio de tiempo de aprendizaje, pues no secuenciamos
el aprendizaje de los elementos de juego, sino que se integran en una situación
determinada, aquellos que resultan más significativos para su resolución.
-
En
la iniciación a los deportes de equipo, debemos relegar los datos mecánicos
a un segundo plano, para primar la intencionalidad de juego sobre el gesto descontextualizado.
-
La
progresión metodológica ofrece una sustancial ventaja sobre el modelo de progresión
lineal, en la que el aprendizaje de los distintos elementos constituyentes del
juego, no necesariamente tiene relación entre sí. Esta no es otra que el hecho
de que la superación de un estadio de aprendizaje no olvida los aspectos desarrollados
en la etapa anterior. Bien por el contrario, los incorpora como célula fundamental
y necesaria, enriqueciéndolos con nuevas situaciones de juego. El niño desde
el primer momento reconoce los aspectos fundamentales del juego y evoluciona
en su aprendizaje, sin posibilidad de desconexión.
Es
importante entender la relación existente entre el juego y el deporte, en especial
en su aspecto de iniciación deportiva que posee el juego, para comprender la
idea general de este trabajo orientado a una amplia formación del niño que llega
al club para aprender baloncesto.
El trabajo de implantación de una formación de base
y pre - deportiva a fin de una correcta iniciación en el baloncesto, en lugar
de basarse en las tradicionales formas repetitivas y parcelarias del movimiento,
encuentra sus raíces en la estructuración del esquema corporal y abre
un proceso metodológico innovativo que se coloca en la evolución de las
bases científicas y psicopedagógicas propias del juego y, en particular, del
juego de situación como es el baloncesto.
Profundas y múltiples son las razones, de orden psicológico
y sociológico, que convalidan una acción a favor de la difusión de la actividad
motora y del minibásquet a una edad bastante precoz, al menos en concomitancia
con el comienzo de la escolaridad obligatoria.
Sea la actividad motora de base, que el inicio del
minibásquet, deben ser entendidos como parte de la educación global del individuo.
Nuestro objetivo será dotar al individuo de todos los medios necesarios para
poderse conocer (conocimiento del propio cuerpo, lateralidad, educación
postural, etc.), para poder conocer el instrumento con el cual juega (balón),
para poder conocer el espacio operativo en el cual juega (terreno de juego)
y, en fin, para poder conocer a los otros (compañeros de equipo).
En algunos deportes se valora particularmente el campeonisimo,
el tecnicismo exhaustivo. En cambio, partiendo de estos presupuestos de polivalencia
y variedad, se intenta recuperar la dimensión humana más sana del movimiento
y de la iniciación al juego. Por ello es necesario un desarrollo completo de
la persona, mediante una actividad que no seleccione a los mejores en
edad precoz, sino que eleve el nivel de equilibrio psicofísico de la
masa y permita la liberación de energía altamente retenida y la ampliación de
las experiencias vitales que favorezcan la consolidación de la personalidad
y el mismo proceso de especialización.
En los primeros centros de adiestramiento de minibásquet
(y todavía hoy en algunos), se atendía mucho a la técnica individual perfeccionada,
el talento, relegando a muchos chicos que, sintiéndose traicionados en las motivaciones
y los intereses, abandonaban el minibásquet, buscando otros juegos - deporte
que les dieran lo que no encontraban en el minibásquet. En concreto, se atendía
mayormente al aspecto técnico del minibásquet que no al aspecto del juego entendido
como voluntad y deseo de jugar con los demás. En consecuencia, pocos muchachos
(alrededor del 10% según estudios realizados en Italia), se encaminaban en el
baloncesto, después de haber frecuentado los centros de iniciación al minibásquet.
Se seleccionaban los mejores y los más altos. Se formaban supergrupos.
Esta situación extraña, anómala, ha hecho que la
metodología de la enseñanza en los centros de minibásquet cambiase, que los
programas de los cursos para instructores de minibásquet (monitores) se revisasen,
a fin de hacer al joven “sujeto y actor del juego” y no objeto del instructor
y entrenador. Sujeto del juego, en cuanto al niño, el muchacho, el joven, tiene
necesidad, jugando, de sentirse persona, de socializar, de afirmarse, y de ejercitar
la propia creatividad.
El minibásquet, en esta lógica, debe ser comunicación
con los otros, debe dar respuestas válidas a los deseos y motivaciones de los
jóvenes, no debe ser presentado como baloncesto en miniatura, debe educar desde
el punto de vista físico, debe potenciar la inteligencia motriz, no debe producir
inmediatamente campeones, debe dar la posibilidad de higiene mental para el
niño y, al fin, debe dar la posibilidad a todos, niños y niñas, de jugar
sin
imposiciones de resultados, y tanto mejor será el instructor de minibásquet
cuanto más niños anime a continuar jugando al baloncesto.
El campeón de 10 u 11 años no será nunca un campeón
auténtico después. Lo dejará antes, porque estará cansado de hacer cuatro entrenamientos
a la semana, estará cansado de repetir siempre los mismos ejercicios, estará
cansado de sentir a su entrenador siempre las mismas correcciones, los mismos
esquemas, los mismos gritos.
Buscamos, entonces, formar una base mayor sobre la
que trabaja, no hagamos selección precoz, cuidemos mayormente la función educativa
del minibásquet, eliminemos el filtro que hay en el camino del minibásquet al
baloncesto buscando hacer un minibásquet y un baloncesto en edad juvenil mucho
más humanos. Cuando asumamos todo lo dicho anteriormente, podremos pensar que
en muchos niños, no sólo el 10%, continuarán jugando al baloncesto y esto nos
animará a seguir en este camino.
Adaptando nuestra pedagogía del entrenamiento, tal
como ha sugerido esta investigación, podremos alcanzar estos objetivos, al mismo
tiempo que elevar la calidad técnica de los pequeños jugadores, logrando hacer
clases mucho más divertidas y efectivas que las que se dictan, lamentablemente
aún hoy en numerosos gimnasios de nuestro país, bajo un ideal de un tecnicismo
inútil en las edades de iniciación al baloncesto.
-
K. 3. 2. Del juego - deporte del minibásquet al deporte del baloncesto:
El “juego” es una actividad individualista, egocéntrica,
y tiene la función de revelar al sujeto el conocimiento de su propio cuerpo
y de llevarle a dominar los instrumentos (en nuestro caso, el balón). A través
del juego se tienen las primeras experiencias, se conocen los instrumentos (balón),
el espacio operativo (terreno de juego), se conoce y se acepta a los compañeros
de equipo. El juego, actividad primaria del niño, asume formas diversas según
la edad. Cuando el sujeto toma posesión del instrumento (el dominio) se pasa
del juego espontáneo al juego de reglas que se instaura en el
momento de la adquisición de la sociabilidad por parte del niño. La plena aceptación
de la presencia de otros individuos en el mundo egocéntrico del juego, lleva
de hecho a la elaboración de reglas y normas que limitan la libertad extrínseca
en el comportamiento lúdico del niño. El juego de reglas señala el momento en
que la pura satisfacción viene limitada por la realidad exterior, constriñendo
así al niño a un compromiso entre exigencias internas y externas. Este estadio
representa el fin del juego en cuanto tal, englobando e integrando en sí mismo,
todas las formas precedentes.
A tal fin, las reglas del minibásquet deben ser presentadas
escalonadamente, primero en forma simple, después en forma siempre más compleja
y, sucesivamente, combinada entre ambos, todo para que el juego venga comprendido
en su entera dimensión y lógica.
En el minibásquet, las dos primeras reglas que presentamos
son el dribbling y el tiro. Cada niño tendrá “su balón” a disposición. Esta
situación egocéntrica vendrá exaltada proponiéndole muchos ejercicios - juegos
de dribbling, tiro, y combinación de ambos.
Del juego de reglas al juego - deporte
el paso es brevísimo. El proceso de paso de una situación individual y egoísta
a una situación colectiva debe llegar gradualmente según se determinó al principio,
teniendo en cuenta las exigencias del niño. En el juego - deporte colectivo
se tiene necesidad del otro, del compañero, y por ello en el minibásquet vendrá
presentada la tercera regla, o sea, el pase. Pero no se partirá, al principio,
de un balón por pareja, sino aún de un balón por niño, con ejercicios - juegos
de intercambios de balones, en una relación de plena confianza. Se llegará así
a un balón por pareja (luego cada tres, cada cuatro y cada cinco chicos) primero
en ejercicios - juego sin movimiento, luego con desplazamientos, haciendo vivir
al niño todas las situaciones intermedias de modo intenso, real y concreto,
haciéndole además comprender los matices y contrastes de las diversas situaciones
- problemas que, de vez en vez, le vienen presentados. Lo mismo vale para la
cuarta regla del minibásquet, la defensa.
Se iniciará también con un balón por niño, que deberá
defenderlo (por tanto, conocimiento y defensa del propio cuerpo y del balón)
y si lo pierde intentará recuperarlo y, si no lo consiguiera, deberá defender
su canasta.
En el niño, en el joven, la competencia debe seguir
siendo un juego. Una verdadera actividad agonística, competitiva, corresponde
a la necesidad de afirmación, de confrontación, de medida de la capacidad propia.
El minibásquet, en nuestro caso, no debe ser concurrencia o antagonismo colectivo,
debe ser juego de competición cooperativa que une a los miembros de un equipo
y desarrolla el sentido de pertenencia a un grupo. Las situaciones creadas por
los juegos de la primera regla y por los juegos - deporte sucesivos son favorables
al comportamiento social, mejoran la organización y cooperación. Es importante,
en este período, no obligar al muchacho a practicar un solo juego - deporte.
Sería bueno dejarle probar otros de modo que, tras haber cumplido su visión
del horizonte deportivo pueda elegir el juego - deporte que más le interese,
le atraiga y responda a sus motivaciones. Y tanto mejor será el instructor de
minibásquet cuantos más niños continúen jugando al baloncesto tras conocer otros
deportes.
El chico está a menudo influido por los deportes del
adulto y tiende a imitarlo por identificación, pero no porque practica la misma
actividad objetiva (en nuestro caso, el baloncesto). Es importante, por ello,
no hacer corresponder los juegos de reglas de los niños a los deportes colectivos
del adulto, transformando los primeros en una iniciación precoz a los segundos:
el juego de reglas debe mantener su carácter espontáneo y creativo.
El minibásquet debe mantenerse como tal y no debe ser
el baloncesto en miniatura. Podrá transformarse en baloncesto posteriormente.
Como al crecer no le bastan los juegos - deporte, el niño irá a la búsqueda
de situaciones - problemas cada vez más difíciles y complicadas. Deberemos entonces
insertar las reglas técnicas para codificar el juego. Se pasa
así del juego - deporte al deporte (en nuestro caso, del minibásquet al baloncesto)
que no es ya un juego en sentido formal, sino el momento terminal del juego.
Para convertirse en adulto, el niño debe hacer deporte, considerándolo no obstante,
como lenguaje alternativo para poder comunicarse consigo mismo y con los otros.
-
L. 3. 4. La metodología y progresión didáctica de la enseñanza en nuestra
propuesta al baloncesto de iniciación:
Teniendo presente lo dicho hasta ahora,
son tres las preguntas que se hace un sujeto al principio, ante un juego de
movimiento (minibásquet o baloncesto):
-
¿Qué es?.
-
¿Por qué se hace?.
-
¿Cómo se hace?.
El instructor - entrenador, a tal fin, debe ser muy
claro, especialmente al principio, respondiendo a lo que es un determinado ejercicio
o un determinado movimiento. Después, debe ofrecer al niño la posibilidad de
experimentar por sí mismo el por qué y cuándo lo
debe realizar, dejándole ejercitar la propia creatividad. Finalmente, debe dar,
al principio, pocas pero concisas sugerencias sobre cómo realizar
el ejercicio o el gesto (sugerencias que se incrementarán con el paso del tiempo),
dando así limitada importancia a la perfección inicial del gesto,
para evitar meterse rápidamente en el tecnicismo, apto para satisfacer
a los más dotados y que lleva a una selección
precoz, fenómeno que deberá ser absolutamente ajeno al minibásquet.
Es importante, en tal sentido, localizar el interés
y la finalidad de cada ejercicio - juego y de los consejos que se hacen a los
chicos durante la ejecución. Todo esto constituye la verdadera guía para saber
cuánto se puede pretender de los chicos (dar en la medida en que un individuo
está en disposición de recibir).
Al inicio, los ejercicios y los gestos deben ser simples,
después cada vez aumentarán en dificultad y las combinaciones y las reglas se
harán más complejas (se recomienda sobre este aspecto consultar el libro “Baloncesto
Formativo” –3, 4-).
Sobre estas premisas se ha elaborado una metodología
de la enseñanza básica que encuentra sus raíces en el cumplimiento de
los siguientes principios fundamentales (esta metodología variará con el paso
del tiempo):
-
Vivencias de situaciones - juego con la aplicación de algunos fundamentos.
-
Explicación y demostración contemporáneas por parte del instructor - entrenador: el entrenador demuestra y propone caminos de solución, que deben ser resueltos
por el niño.
-
Experiencia creativo - práctica por parte del sujeto, creatividad
del chico sobre la base de cuanto ha visto, y no búsqueda de la perfección del
gesto a través de la continua repetición del mismo.
-
Experiencia práctica del individuo solicitada de una situación de confrontación
competitiva: driles, ejercicios - juego, formas jugadas, situaciones - problema, etc.
La pedagogía en la progresión didáctica que recomendamos
para la aplicación de esta metodología en las edades de iniciación al baloncesto
(7 - 8 a 11 - 12 años), es la siguiente:
a)
Trabajar al principio al nivel de aprendizaje motórico, de esquema
motor y esquema corpóreo. Ejercicios - juego con balón, insistiendo particularmente
en aquellos de percepción del cuerpo y lateralidad, de estructuración espacio
- temporal, de coordinación general y segmentaria, de educación postural y de
educación respiratoria. Estos ejercicios - juego, de simples (6 a 8 años) pasarán
a ser complejos (9 a 12 años) y siempre con mayor coeficiente de dificultad.
b)
Enseñar de vez en vez y separadamente las cuatro reglas del minibásquet
propuestas, y combinarlas entre ellas, usando ejercicios - juego que, fáciles
al principio, se vayan complicando, según el grado de aprendizaje de los chicos.
Los fundamentos vienen enmascarados y enseñados bajo la forma de juego. Las
reglas y las combinaciones se enseñan del siguiente modo:
1.
“No se puede caminar ni correr con el balón en la mano, por tanto hay que botarlo
en el suelo”, dribbling. Se enseñarán varias formas de realizar el bote en situaciones siempre diferentes
usando, al principio, un lenguaje accesible a los niños. Después, los ejercicios
- juego se irán complicando, haciéndolos más interesantes y estimulantes. Deben
presentarse las diversas situaciones de juego primero parados y, luego, en movimiento.
2.
“Para ganar hay que encestar la pelota en la canasta adversaria más veces
que el rival, de forma que es preciso tirar”, lanzamiento.
Al principio decir sólo que suelten las manos y miren la parte del cesto más
cercana. Es importante presentar, al principio, varios modos de lanzar en situaciones
siempre distintas (a dos manos, a una mano) bajo forma de competición por puntos.
Tras el tiro a dos manos y una mano, se presentará el tiro en suspensión, la
entrada en bandeja y los tiros especializados. La precisión del tiro es una
fase sucesiva, como la corrección. Lo importante al principio es aconsejar,
incitar, estimular. (Sobre este tema ver: “La relación entre los medios, la
metodología y la efectividad”, de Esper Di Cesare, 2000).
3.
“Para ir a la canasta, primero hay que driblar”. Demostrar al niño,
mediante situaciones combinadas de bote y lanzamiento
que es más simple tirar desde debajo de la canasta que desde lejos
y, por tanto, aproximarse es importante, por lo que debe botar buscando buen
sitio. Las conclusiones de tiro se presentarán en formas diferentes y la destreza
aumentará con la mejora de las funciones motoras.
4.
“No se puede jugar sólo contra todos, hay que colaborar con los compañeros
de equipo y, por tanto, hay que pasar el balón”. Pase.
Iniciar la didáctica del pase partiendo aún de situaciones individuales
de un balón por niño (como en el bote y en el lanzamiento) para pasar después
a la situación de un balón cada pareja, hasta un balón cada cinco. Los ejercicios
- juego son de intercambio de balón propio con un compañero en situaciones siempre
nuevas y distintas, primero parados, luego en movimiento. Los consejos a dar
al principio son de extender bien los brazos y hacer ver dónde se quiere recibir
el balón. Es importante mostrar varios modos de pase (a dos manos desde el pecho,
a dos manos sobre la cabeza, a dos manos picado, etc.). Siempre bajo la forma
de competición estimulando la creatividad de ejecución. Sucesivamente es oportuno,
presentar todos los demás modos de pase con una mano (lateral, lateral picado,
béisbol, etc.).
5.
“Se puede ir hacia la canasta botando o pasando el balón”. Bote,
pase y lanzamiento. Es importante variar continuamente la temática
de trabajo (ejercicios - juego diferentes) y presentarla, al principio, bajo
la forma de competencia y juego.
6.
“Para vencer hay que lograr que el contrario
haga pocos encestes, así que es preciso defender”. Defensa.
Para hacer comprender mejor el concepto de defensa es importante
partir de una situación de posesión del balón. Como en el dribbling y el pase
se comienza con un balón por niño, enseñando a defender la posesión de la pelota
(percepción y defensa del cuerpo), a intentar recuperarla si se pierde y, si
no se puede recuperar, a defender la canasta propia. Por ello, se empezará con
el 1 versus 1, primero parados y luego en movimiento, comenzando en todo el
campo y, luego, en situaciones de espacio restringido. Los juegos propuestos
serán muy simples al comienzo para hacerse cada vez más difíciles y costosos.
7.
Combinar las cuatro reglas:
Mediante ejercicios - juego de combinación de bote,
pase, tiro y defensa en situaciones siempre sencillas al comienzo,
variando la dificultad sucesivamente. El conjunto nos llevará a enseñar lo que
es el juego globalmente, con toda su lógica y secuencia. Es importante presentar
situaciones e juego con alternancia ataque - defensa. Después de que las cuatro
reglas del juego y sus combinaciones han sido aprendidas de forma simple (6
a 8 años) y en forma más compleja (9 a 12 años), el instructor debe poner a
los chicos en condiciones de disputar partidos lo más rápido posible (5 o 6
clases).
Para conseguirlo deberá:
a)
Para los chicos de 6 a 8 años:
Hacer
efectuar mini - partidos desde 1 vs. 1 en una canasta, a 1 vs. 1 en todo el
campo, para llegar al 3 vs. 3 en forma libre (analizando el 1 vs. 1 con apoyo),
primero con balón consignado, después con salto entre dos en mitad de campo.
Iniciar y enseñar el reglamento extrapolando las distintas situaciones (saque
lateral, de fondo, falta personal, etc.) del juego mismo, en cuanto el niño
tiene necesidad de vivir estas experiencias como algo tangible. El 3 vs. 3 en forma libre es el resultado final máximo para
niños de 6 a 8 años.
b)
Partir del 3 vs. 3 libre, para efectuar
partidos 3 vs. 3 en franjas (centro, lado derecho, lado izquierdo), buscando
dar orden al juego. Serán analizadas todas las situaciones de superioridad e
inferioridad numérica (1 v. 2, 2 v. 1, etc.), defensa sobre el portador del
balón y defensa sobre el jugador sin balón. Se preparará después el 3 vs. 3
didáctico en medio campo subdividiendo el área en tres partes, fijando las misiones
y los papeles, que deberán ser intercambiados. Del 3 vs. 3 se pasará al 5 vs.
5 en forma libre, después a la didáctica del 5 vs. 5 en medio campo (centro,
ala derecha, ala izquierda, ángulo derecho, ángulo izquierdo), con defensa al
principio pasiva y, luego, activa. No debe haber especialización de funciones.
Todos deben jugar en todas las posiciones. Del 5 vs. 5 en medio campo, se pasará
al 5 vs. 5 en todo el campo, partiendo de una situación de canasta o de rebote
defensivo. El 5 vs. 5 en todo el campo, defensa hombre a hombre, concepto de pasar y
jugar, es el resultado final máximo al que se debiera aspirar en la etapa final
del minibásquet. El reglamento se aplica en una forma más rígida,
desde situaciones que se verifican en el campo: personal, autoacusación, tiros
libres, saque lateral, saque de fondo, salto entre dos, participación de un
árbitro. Todas estas situaciones, teniendo presente la gradación de aprendizaje,
permiten al chico aumentar la propia visión corpórea en el ámbito del juego.
El interés aumentará con relación al aumento de la dificultad de los ejercicios
- juego y de las combinaciones entre ellos. Escalonadamente, se insertarán
ejercicios didácticos para fijar mejor las diversas posiciones de partida,
el desarrollo del gesto específico, la posición de conclusión.
El
partido de 5 vs. 5 en todo el campo de juego será el último momento técnico,
es decir, la esencia del juego.
Terminamos nuestra propuesta, confirmada por la investigación realizada,
con un deseo: que los centros de minibásquet primero y, los clubes de baloncesto
después, no pierdan de vista su función social y que todos los instructores
de minibásquet y los entrenadores del baloncesto intenten difundir la faceta
moral de la enseñanza deportiva, que tal vez no nos hará ganar un título o
una medalla, pero sí nos ofreceré jóvenes mejores.
·
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