| Fútbol a la medida del niño
            
            Diario “EL NORTE”-Monterrey (México):    
            Álvaro López Ortega (zavarov@hotmail.com) 
            ¿Le prestaría una 
            persona normal sus zapatos del N°9 a su hijo de seis años para que 
            los use en la escuela? ¿Lo mandaría con un saco suyo, Talla 38 al 
            desfile de gala? Es obvio que no, cualquier persona en sus cinco 
            sentidos, conseguiría unos zapatos y un saco a la medida del niño 
            para que pueda sentirse cómodo con ellos. 
            En el fútbol pasa 
            igual. Hemos hecho que nuestros niños jueguen a imitación de los 
            adultos. Y para el niño pequeño, el fútbol de los adultos es 
            demasiado “grande”, demasiado difícil y complejo porque exige un 
            nivel de capacidades físicas y mentales que los niños todavía no 
            poseen. 
            En vez de adaptar el 
            niño al fútbol, como ocurre en todas las partes,  hay que saber 
            adaptar el fútbol al niño,  siempre a su perfecta medida durante 
            todo su crecimiento, como sus zapatos o su saco.. Este concepto, tan 
            lógico y lleno de sentido común, es plasmado por el técnico e 
            investigador alemán Horst Wein en su libro, “Fútbol a la medida del 
            niño” que el editorial más importante en libros y software de 
            deporte, Human Kinetics (USA) publicó en otoño 2000  también en 
            inglés con el titulo “Developing Youth Soccer Players”. 
            El Prof. Horst Wein, un 
            internacionalmente reconocido experto en los juegos de equipo que se 
            dedica desde años exclusivamente a la importante tarea de reciclar 
            los conocimientos de entrenadores de fútbol, expone de manera 
            sencilla los por qué y los cómo de la necesidad de adaptar el juego 
            de fútbol en todas de sus facetas a la medida del niño. En primer 
            lugar, se cuestiona si los niños entre 7 y 13 años deben competir en 
            el fútbol reglamentario, a imitación de los adultos con once 
            jugadores en cada equipo disputando un balón reglamentario en un 
            campo con dimensiones gigantes y porterías en las cuales se pierden 
            los pequeños porteros. . 
            Creo que tiene razón. 
            ¿Cuando un niño de siete u ocho años todavía no sabe dominar a su 
            cuerpo, cómo se puede esperar que puede dominar el balón y uno o más 
            contrarios?  Todavía está expuesto a ejercitarse con un balón  que 
            le llega casi a la rodilla, de un peso que su pierna no puede mover 
            con facilidad, y ese siempre con falta de tiempo por la presencia de 
            un gran número de adversarios y compañeros que le rodean, en 
            búsqueda de este apreciado balón que todos quieren poseer el máximo 
            tiempo posible.   
            Así  un niño llega a 
            tocar tres o cuatro veces el balón o un máximo de un minuto en cada 
            partido, completamente insuficiente para darle los estímulos 
            necesarios para poder crecer. Por eso, dice Horst Wein en su libro
            
            “muchos jugadores mueren con 33 –35 años en el campo de fútbol, 
            antes de haber nacido por completo, por la exposición a métodos, 
            contenidos de entrenamiento y competiciones inadecuadas durante  sus 
            mejores años de su aprendizaje motriz, entre los  8 y 12 años. “ Horst Wein está 
            convencido de que la gran tragedia del fútbol en nuestro país es que 
            muchos técnicos conocen bastante bien su materia pero no conocen 
            suficientemente bien a sus jóvenes alumnos. Hace falta conocer las 
            necesidades vitales del niño a la hora de practicar su deporte 
            favorito, saber qué es lo que más les gusta para poder descubrir con 
            el tiempo de forma gradual la dificultad y complejidad del fútbol. Y 
            ¿qué descubrió?, algo tan simple que cualquier  niño lo que le gusta 
            del fútbol es tener el balón, y meter goles… 
            Pero en el fútbol 
            actual de los jóvenes el meter goles es algo para privilegiados. Hay 
            uno o dos “cracks” que anotan todos los goles de un equipo, suelen 
            ser los más acelerados en el crecimiento a los cuales favorecen el 
            balón pesado y las enormes distancias hasta llegar a la portería 
            contraria. Y sabemos que éstos que dominan gracias a su estatura, 
            zancada y potencia  pronto, durante la pubertad, suelen desaparecer 
            para  verse sustituido por los más pequeños que en los primeros años 
            apenas tocaban el balón.  Sólo competiciones a la medida del niño 
            cuyas reglas cambian como el niño cambia de forma progresiva su 
            nivel de las capacidades físicas y mentales saben estimular 
            correctamente y luego formar desde temprana edad la habilidad,  la 
            voluntad y la inteligencia de un joven talento. “El fútbol de los 
            niños y adolescentes no mejora con una acumulación de partidos o 
            campeonatos,  sino con el continuo desarrollo de conceptos 
            originales que favorezcan la formación integral de los futbolistas y 
            su crecimiento natural sin prisas y pausas.” 
            Con sus programas de 
            juegos simplificados para equipos formados por 2, 3 y 4 jugadores en 
            un equipo, el profesor alemán deja los jóvenes descubrir 
            gradualmente los problemas con creciente dificultad que ha  incluido 
            en cada uno de ellos. Enfrenta los niños en su juegos con  todas las 
            situaciones básicas del  fútbol, para enseñarles no solo como leer 
            el juego sino resolver adecuadamente los problemas que presenta . En 
            sus juegos simplificados todos los niños sientan su capacidad debido 
            a su frecuente acierto en sus acciones. Todos ellos son siempre 
            protagonistas en los juegos simplificados  porque tocan el  balón 
            constantemente y con la posibilidad de marcar muchos goles, lo que 
            favorece el desarrollo de su confianza y personalidad.   
             
            En vez de competir 
            once contra once en un campo reglamentario o reducido, Horst Wein 
            propone para los de 8 y 9 años el juego “tres contra tres” de Mini 
            Fútbol  en una cancha de baloncesto pero a  cuatro porterías, dos en 
            cada línea de meta. Jugar “tres contra tres” dice,  fomenta la 
            importante capacidad de percepción de cada uno de los componentes de 
            los dos equipos. En poco tiempo los niños aprenden a  ocupar 
            racionalmente los espacios, a  tocar el balón al primer toque, y 
            mano a mano, que al ver una portería bien defendida, y sin que nadie 
            le diga nada, aprenden a levantar su vista y conducir el balón a la 
            portería menos defendida de los dos a atacar. Y si ofrecemos los 
            múltiples variantes sobre este juego de Mini Fútbol estimulamos 
            capacidades imprescindibles para jugar bien al fútbol como la 
            coordinación, la anticipación, el juego triangular, la cobertura , 
            el desmarque en el momento justo, el pase de pared o de primera 
            intención, y especialmente qué hacer, cómo y cuando hacerlo y 
            finalmente el porqué de una acción y no de otra.   Además, debido a los 
            pocos jugadores que intervienen  en el juego se mejora gradualmente 
            las capacidades de comunicación y cooperación entre los jugadores. 
            Todos atacan y todos defienden, todos meten goles, todos están en 
            contacto continuo con el balón durante los dos tiempos de 20 minutos 
            mientras la competición tradicional les condena a ser espectador.
            
             
            Cuando los niños en 
            las competiciones tradicionales suelen perder durante un solo minuto 
            de juego (son unos 40 segundos de juego efectivo) entre 5 y 6 veces 
            la posesión del balón, tenemos que preguntarnos: ¿son los métodos de 
            nuestra enseñanza incorrectos o son los técnicos poco capaces, o 
            debemos culpar a los jóvenes jugadores por su alto porcentaje de 
            fallos en el juego? 
            Yo creo que no. Pongo 
            ahora un ejemplo de algo vivido en uno de los colegios que más 
            prestigio tienen en la Ciudad de México por su nivel deportivo, que 
            ilustra lo anterior. Entrenaban unos niños de “pre-primaria”, 
            tratando de obedecer las órdenes del duro entrenador, que además 
            llevaba lentes oscuros, no sé para qué pues el día estaba 
            absolutamente nublado. Al dar una indicación le dijo a los niños: 
            “¡tóquenla de primera intención!”, la verdad no pude evitar la risa 
            al escuchar a un niño preguntarle a otro: “¿que hagamos qué?”. Y no 
            es que no haya escuchado, es que no había entendido. A esas edades, 
            un niño no entiende lo que es tocar la pelota, menos qué es de 
            primera, y no saben lo que es la intención… Adaptar el fútbol al 
            niño, no el niño al fútbol… 
            Por otra parte, el 
            autor de este libro establece que no es bueno proponer a las edades 
            de 7, 8 y 9 años competiciones en forma de liga, dando puntos por la 
            victoria etc. La competencia a edades tan tempranas es más una 
            proyección de los padres de familia que un deseo y una utilidad para 
            los niños. El niño lo que quiere es jugar. Es el padre de familia 
            quien siente que gana o pierde cuando gana o pierde el equipo de su 
            hijo. Pero educativamente hablando, no es formativo que los niños 
            compitan tan a temprana edad y menos en un solo deporte. 
            ¿Qué se quiere decir 
            con esto? Pongo un ejemplo aunque resulte ridículo. No se puede 
            educar a un niño en la sinceridad cuando tiene un año porque todavía 
            no habla. No es el momento para fomentar en él ese hábito, esa 
            virtud. De igual manera, no es el momento, antes de los 10 años de 
            fomentar en él la competencia como se suele hacer con los adultos. 
            Es indudable que hay un alto porcentaje de deserción del deporte de 
            competencia infantil al llegar a los 13/14 años. Y esto es 
            explicable, el que gana en una competición es uno, todos los demás 
            pierden. Los niños son muy sensibles a la crítica, en especial 
            cuando viene de la gente que más los quiere: su entrenador y sus 
            padres, y no todos los entrenadores ni todos los padres son capaces 
            de aceptar  las derrotas de sus hijos. Entonces tenemos niños que se 
            acostumbran a ser perdedores, hasta que se cansan de hacer tanto 
            esfuerzo para ir a perder. 
            Además, no se debe 
            especializar al niño en un deporte concreto, porque se desaprovecha 
            una excelente oportunidad de desarrollar en él capacidades y 
            habilidades que sirven para toda la vida deportiva. Es por esto que 
            a estas edades, resulta muy conveniente fortalecer la coordinación y 
            la polivalencia, aplicando los múltiples juegos que propone Horst 
            Wein en “Fútbol a la medida del niño”,  incluido las distintas 
            variantes del decatlón o pentatlón. 
            Hablar de estos 
            conceptos implica un cambio radical en la manera de ver la formación 
            de los niños en el fútbol y en los otros deportes. Es un cambio que 
            es necesario, pero que no sirve de nada si sólo algunos cuantos 
            cambian su percepción. Es un cambio de formación, de ideas, de 
            concepción de lo que es el niño como ser humano libre.   
             Este 
            cambio es el que está realizando el Prof.  Wein a través de su libro 
            y sus cursos en 51 países alrededor del globo.  Incluso ha venido 
            varias veces a México donde entre 1998 y 2001 ha sostenido clínicas 
            con entrenadores en 8 distintos clubes del fútbol profesional y en 
            la Universidad de Fútbol en Pachuca. En el mes de febrero de  2000  
            la Federación Andaluza de Fútbol a través de su prestigioso “Centro 
            de estudios, desarrollo e investigación “ (CEDIFA), publicó su 
            segundo libro de fútbol en España que continua con la misma 
            filosofía del primero. En “Fútbol a la Medida del Adolescente”, 
            igual como en su primer libro que la Real Federación Española de 
            Fútbol editó en 1996 , el autor pide a gritos un cambio profundo, de 
            raíz en el fútbol. 
             Hay 
            que volver a pensar en el niño, el protagonista del fútbol base. Hay 
            que dejarlo jugar con zapatos a su medida, e irlos haciendo crecer, 
            en la medida en que él vaya creciendo, de manera gradual, jugando 
            Mini Fútbol  3 contra 3 con 8 años, Mini Fútbol con portero ,es 
            decir cuatro contra cuatro con 9 años, 7 contra 7 con 10/11 años y 8 
            contra 8 con 12/13 años hasta llegar con óptimos resultados con 14 
            años a la competición reglamentaria 11 contra 11. 
             Termino 
            con las palabras de este autor que son una llamada al inconformismo, 
            las mismas con las que comenzó la conferencia que tuve la 
            oportunidad de escucharle este verano, una frase que nos conviene 
            leer despacio y meditar:  “Si haces lo que has hecho siempre, no 
            llegarás más lejos de lo que siempre has llegado.” |