UN FÚTBOL TUERTO
E-mail:
tirillon@teleline.es
Más de una vez, mientras me he encontrado viendo
partidos de Fútbol, ya fuera en el cómodo sofá de mi casa, en el
alegre bar de al lado o por los muchos campos de nuestra Comunidad,
una idea dormida en el interior de mi cabeza despertaba y cada vez
que lo hacía, una sensación agridulce brotaba en mí. El
despertar de esa idea traía a mi mente la imagen de un Fútbol con
dos metas en cada una de las líneas de fondo, separadas una de
otra (en el Mini Fútbol de Horst Wein por una distancia entre 12 y
16 metros).
Si mi escapada del mundo real, producida en la mayoría
de las ocasiones por la inercia del juego, no es interrumpida por
algún hecho reseñable que rompa el “encefalograma plano” de muchos
partidos, como un gol, una oportunidad “infallable”, una entrada
brusca, etc.; mi partido mental continuaría imbuido en esta nueva
dimensión del juego, con el disfrute de múltiples situaciones de gol
(...), de acciones llenas de inteligencia inventadas por jugadores
que tendrían que exprimir al máximo su encorsetada imaginación
(...), de partidos donde terminar con cero goles encajados nunca
otorgaría ni siquiera un punto para el equipo (...), de jóvenes
jugadores capaces de leer y entender el juego (...), de cambios
constantes de orientación en las acciones ofensivas (...); todo ello
provocado por la MAYOR RIQUEZA TÁCTICA de este otro Fútbol.
Muchos estarán pensando que si esto se produjera ya no
sería Fútbol, pero yo estoy seguro que sí, porque para que haya
Fútbol no hace falta un campo de hierba, dos porterías, veintidós
jugadores, etc.; lo único necesario es la esencia, como si yo
por alguna desgracia perdiera un ojo, no dejaría de ser yo, pero sí
estaría más limitado, como lo está nuestro Fútbol, un “FÚTBOL
TUERTO”.
Y todo podría haber sido diferente si hace no mucho más de un
siglo, el grupo de anglosajones que decidieron separar los caminos
del rugby por un lado y del Fútbol por otro, hubieran recapacitado
sobre la diferencia (en tamaño) de la “zona objetivo” del primero,
toda una línea de fondo, con la del segundo, una porción de siete
metros y treinta y dos centímetros. ¿Qué hubiese pasado si se les
hubiera ocurrido situar dos “zonas objetivo” en vez de una?, ¿Ante
que deporte nos encontraríamos? ... quizás no lo sabremos nunca,
sobre todo si lo queremos descubrir a través de nuestra retina, pero
al menos tenemos la posibilidad de conocerlo dejándonos llevar por
nuestra ilimitada e incontrolable imaginación.
En un principio
pensaba explicaros cuales son mis visiones de este fútbol, qué
normas aparecen en él para fomentar la vivacidad del juego, etc.;
pero si lo hago estaría limitando la capacidad de evocar de cada uno
de vosotros, trazando una carretera por la que posiblemente no
transitaríais si no estuviera ahí, e impidiendo o al menos
dificultando la construcción de la que vuestra imaginación quisiera
trazar.
Para terminar vuelvo al comienzo de este “cuento” donde os hablaba
de una sensación agridulce que de vez en cuando aparecía en
mi, siendo dulce por lo que es el fútbol y agria por lo que
hubiera podido ser.
Desde una formación limitada a una más incentivada
Una
vez expuestos anteriormente mis sentimientos hacia nuestro magno
deporte, sentí una sensación de alivio por al menos haber podido
compartir unas ideas que, en el mejor de los casos, hagan
reflexionar a los lectores durante unos breves segundos. Pero al
cabo del tiempo y debido principalmente a mi alto nivel de
cabezonería, este alivio pasajero dejó de hacer efecto. Así y tras
conversaciones con mi admirado Horst, me di cuenta que hay un
grupo de practicantes todavía a salvo (por suerte los más
importantes), que no tienen porqué verse obligados a limitar su
juego. Estos son los jugadores y jugadoras que están dando sus
primeros pasos.
En nuestras
manos está que estos proyectos de futbolistas, deportistas y sobre
todo de hombres y mujeres, inicien su andadura por un estrecho
sendero o lo hagan por una amplia autopista.
Con el símil del sendero me refiero
a una formación de cortas miras, donde se proponga (y digo
mal) se imponga, un entrenamiento prehistórico (o adiestramiento
como lo llamaban los antiguos) reducido a ejercicios analíticos,
tareas cerradas y prácticas físicas dirigidas todas ellas al único
aspecto que estos técnicos consideran relevante para el joven
futbolista en la acción deportiva, la ejecución. Ya que los
otros dos mecanismos (percepción y toma de decisión) corren
por su cuenta, y si no, sólo tenemos que darnos una vuelta por los
miles de campos de nuestro país, donde podremos ver a entrenadores
(no formadores), e incluso a algunos padres, desempeñando el papel
de protagonistas (que por supuesto no les corresponde), erigiéndose
en las únicas mentes pensantes del juego, limitando de esta forma la
actuación de los pequeños a un mero plano físico. Estos “Directores
de Orquesta” me recuerdan a jóvenes sentados delante de sus
videoconsolas, donde ellos mismos controlan toda la acción; tan sólo
con mover el “joystick” los muñequitos se desplazan (adelante,
atrás, derecha, diagonal...), además pasan o tiran cada vez que se
aprieta el botón, ¡que maravilla!, y lo más importante, nunca se
quejan (es lógico, no piensan). Precisamente, mucha de esta gente,
se lamenta de que los niños de hoy en día se pasan la mayor parte
del tiempo que están en casa imbuidos en este tipo de juegos. ¡Pero
como no lo van a estar!. En algún momento ellos también quieren
tener la oportunidad de pensar y de ser
protagonistas.
Licenciado en
Ciencias de la Actividad Física y del Deporte, especialista en
Fútbol
Preparador
Físico del Centro de Tecnificación de la Federación de Castilla y
León de Fútbol
Director Técnico
de la Escuela de Fútbol Ejido & Club Deportivo Ejido
|