Desde que el entrenamiento deportivo dejó de ser un trabajo de
intuitivos y fue tomando cada vez más elementos de las ciencias, el arte
de entrenar fue apoyándose de manera más profunda en hechos verificables
y repetibles. En aquellos lejanos tiempos románticos del deporte, el
entrenador era un personaje que tenía más características de artista que
de riguroso científico. Hoy, en cambio,
vemos como se ha exagerado la importancia de la investigación
científica y observamos con preocupación como se deja de lado la
experiencia de los viejos maestros.
Para llegar a una posición útil con
respecto a este tema habrá que abandonar las posiciones maniqueas que
pretenderían apropiarse de la verdad en uno u otro sentido. Si podemos
ver que tanto un conocimiento como el otro son útiles y complementarios
nos podremos beneficiar mucho más. Con esta idea en mente entonces, vamos a presentar un tema que estimamos
puede acercar luz a algunas cuestiones clave del entrenamiento
deportivo. Se trata de la aplicación de pruebas de laboratorio a la
evaluación de ciertas capacidades del deportista, las que por proveer
una información precisa e incontrastable pueden aportar a soluciones más
fundamentadas al problema de optimizar el entrenamiento.
Existen, como es de suponer una cantidad muy vasta de pruebas de
evaluación en laboratorio, pero a los fines de este artículo nos
centraremos en las más significativas en relación con el atletismo de
resistencia.
Ergometría con análisis de gases
Una de las pruebas más utilizadas por los fisiólogos deportivos es la
ergometría con análisis de gases consumidos y expelidos. Consiste en
someter al individuo a una prueba de esfuerzo graduado e incremental que
debería llevarlo al límite de su capacidad. Mientras se aplica la carga
de trabajo un sofisticado equipo registra que cantidad de oxígeno
consume y cuanto dióxido de carbono expele. ¿Cuál es el objeto de
obtener esta información? Bueno, el interés de conocer estos datos se
hará claro si recordamos que en las disciplinas de resistencia el
organismo produce el trabajo físico, fundamentalmente a expensas del
metabolismo aeróbico. En él la cantidad de trabajo realizable tiene
estrecha relación con la cantidad de oxígeno consumido, a este valor le
llamamos VO2. Por otra parte este mismo proceso da lugar a la
producción de mayores cantidades del gas dióxido de carbono (anhídrido
carbónico).
Cuando se conocen con precisión ambos valores para toda la
gama de cargas físicas a la que se somete al sujeto de evaluación se
puede conocer íntimamente como funciona ese organismo para resolver la
tarea del trabajo físico.
Como se sabe que los valores de consumo máximo de oxígeno (VO2max)
están en relación con la naturaleza del ejercicio realizado, se procura
que el deportista haga la carga de evaluación sobre el gesto deportivo
para el que está entrenado. Esto significa que un ciclista debería ser
evaluado en una bicicleta (y en lo posible en una igual a la que usa
para competir), un remero en un ergómetro de remos y obviamente un
corredor en una cinta rodante. Este factor es de importancia crítica ya
que se sabe que los corredores presentan valores de VO2max
más bajos cuando son evaluados en bicicletas u otro tipo de ergómetros
en comparación con los valores que se obtienen de ellos en la cinta
rodante.
Además, para que la prueba tenga la utilidad práctica que es deseable
obtener, la cinta debería
poder correr al menos hasta la velocidad máxima que pueda soportar el
atleta para el examen. Hemos visto con frecuencia que algunos
laboratorios utilizan protocolos de evaluación que, debido a las
limitaciones técnicas de la cinta, incrementan la carga con auxilio de
un aumento de la inclinación de la misma. Por ejemplo, la cinta corre
hasta 16 km./h. mientras que el atleta es capaz de correr hasta los 20
km./h. para llegar a su consumo máximo de oxígeno, entonces se aumenta
la carga hasta hacerlo llegar a su valor máximo inclinando cada vez
cierto ángulo por incremento de carga. Si bien este procedimiento es
irreprochable desde el punto de vista de la obtención del VO2max,
creemos que pierde en practicidad ya que no pueden trasladarse los
valores de velocidad obtenidos para las distintas cargas a su aplicación
concreta en la pista.
Y tengamos presente que como entrenadores o
atletas de poco nos serviría la información obtenida si no podemos
encontrarle una aplicación concreta que apunte a mejorar nuestro
entrenamiento.
Otro aspecto de importancia crucial en este tipo de pruebas es el de la
calibración de los aparatos que realizan el análisis. Mal podríamos
obtener una información útil si los valores hallados sufren el vicio de
una mala calibración del analizador de gases y por ende arrastran un
error que para peor es indeterminado. En este sentido, resulta
imprescindible que el manejo de la prueba sea realizado por personal
competente y que además tenga un conocimiento acabado de todo el proceso
para "pescar" los posibles errores no obvios.
Otras cuestiones que afectarán los resultados de la prueba son la
temperatura, humedad ambiente y presión atmosférica presentes en el
laboratorio. A este respecto y como factor más importante influyendo el
consumo de oxígeno, es menester recordar que la presión atmosférica
disminuye con la altitud sobre el nivel del mar, de manera que los
valores de VO2max obtenidos en esas condiciones no
reflejarían la capacidad máxima del deportista a nivel del mar. Después
y por todos sabido, está el hecho de que temperaturas y humedades
relativas ambiente más altas conducen a resultados más pobres en la
capacidad física.
En lo posible el laboratorio debería poder ofrecer
condiciones controladas en estos aspectos, llámese al menos, aire
acondicionado para días de alta temperatura.
Y por último no quisiera dejar pasar un tema que también condiciona los
resultados de la prueba, al menos desde el punto de vista de quienes
hemos observado un buen número de casos. Hablo de la familiaridad que el
individuo tiene con la prueba y de la adaptación a correr en cinta. Los
dos factores pueden alterar, el primero desde lo psicológico, el máximo
obtenible por el deportista. No perdamos de vista que la realización de
cualquier prueba máxima, sea de laboratorio o de pista, requiere de una
movilización completa de la voluntad y para esto se necesita de una
fuerte motivación y confianza. No parece ser un buen punto de partida
que el atleta tenga dificultades para correr sobre una cinta rodante. Si
se cae cuando llega a altas velocidades, la prueba puede malograrse y el
temor que le generaría esta situación puede condicionar la continuidad
de la evaluación. El consejo es, claro, practicar la carrera sobre cinta
rodante antes de prestarse a una prueba de este tipo.
1.
Cubiertos, entonces, los principales aspectos que hacen a una
prueba correctamente realizada, nos queda luego estudiar la información
que nos entrega y cual podría ser la aplicación práctica que se le daría
a estos datos. Este, será tema de una próxima nota donde nos quedará
también ubicar esa información en el contexto de conocimientos que
actualmente cursa en el deporte.
NOTA: Por consultas al autor sobre éste u otros temas
publicados Alberto Cabaleiro por favor comunicarse al TE: 011-
4542-5925 o por e-mail a: actraining@arnet.com.ar
Alberto Cabaleiro (41) es Entrenador de
Atletismo con sobrada experiencia en la enseñanza de la actividad
y eximio atleta Su posición en el Ranking Argentino de Marthon a
7/99 es 14º con 2:37:41 |